Consejos para cuando, por fin,  pises suelo indonesio: ¿Has de pasar control de pasaportes, cambiar de aeropuerto, recoger tu equipaje, tomar un taxi…?

Con tantas etapas parece que estamos en el tour de Francia. Pues no, yo creo que lo superamos. Vamos a allá con el sprint final.

¡Llegamos al segundo destino, Jakarta!.

Bajas contenta, por fin, qué calorcito, porque mira que el avión es siempre una heladera, menos mal que de España salí con jersey, botas y calcetines.

Nada más bajar, como aún no había sido firmado el acuerdo que te perdona el visado turístico, nos vamos corriendo a ventanilla, si no luego, en el control de pasaportes, te echarán para atrás, y la cola ya será kilométrica.  Y con lo lenta que suele ir…

El calorcito ya empieza a no ser tan agradable. Te empiezas a agobiar, te pica todo… al final le dices al de detrás que te guarde el puesto, te vas al servicio. ¿Dónde habré puesto las malditas llaves de la maleta? Ah, ya las encontré. Y ahora ¿qué combinación le puse, el nacimiento de mis hijas, el día de mi cumple? No me acuerdo… ¡Mira que como se me pase el turno y me tenga que poner al final de la cola!… Ahhh, que no va, que no va… Qué susto, que no, que como esos números son fáciles, puse el día de mi Primera Comunión…

Finalmente consigues abrir la maleta, te quitas los vaqueros ajustados, que hasta entonces no me había dado cuenta del calorazo que dan. También el jersey, las botas y los calcetines, y te vistes ya de turista, como dios manda, con tus bermudas, tu camiseta y las sandalias. El sombrero no crees que haga falta, pero lo sacas también por si acaso.  Vuelves a la cola, por fin la pasas, y también el control de la policía. Rara vez te pondrán problemas, todo marcha.

Vas por el pasillo y a ambos lados, tras las cristaleras, ves un jardín tropical super cuidado, super verde, super bonito. Dices, ah, por fin, toda la vida soñando con un vergel como éste. Respiras profundo y sonríes abiertamente, mereció la pena la sentada del avión.

Pero el viaje no ha acabado, no. Para llegar a Makassar, aún necesitas otro salto. Menos mal que esta vez son sólo dos horas y pico de avión, esto ya está chupao.

Si continúas viajando con la compañía Garuda u otra importante, con seguir los carteles para llegar a la zona de vuelos domésticos, es suficiente, pero si has de cambiar a alguna otra low cost seguramente tendrás que salir del aeropuerto, coger un bus o taxi y marchar para la otra terminal, así que ojo al calcular el tiempo entre un vuelo y otro.

Además, volveremos al problema del equipaje de mano, así que procura que lo que te has quitado quepa en la maleta, o pon mucha cara de pena, que a veces también funciona. Pero si funciona contigo, también lo hará con otros, por lo que no debieras ser de los últimos en entrar a la aeronave o correrás el riesgo de que no quepa nada en los compartimentos superiores, que suelen ir a reventar. Ten en cuenta también que el peso del equipaje de mano permitido ahora serán unos 7-8 kilos.

Al franquear de nuevo el control de equipaje, fíjate bien, porque ya estás en otro mundo y, aunque no ocurre siempre, tampoco es extraño que en algún aeropuerto las mujeres pasen por una cinta y los hombres por otra. En la parte superior del scanner verás un cartel indicando “pria” (hombres) o wanita (mujeres). Tranquilos, no pasa nada si te equivocas, comprenden que eres guiri, te señalan la otra cinta y au, pero si lo sabes, mejor, no te llevas el sustillo.

Cuidado también una vez que estás en la sala de embarque. Es muy frecuente que haya retrasos, por la climatología principalmente. Comprueba alguna que otra vez en la pantalla de la puerta de acceso el número de vuelo y destino porque no te puedes imaginar el tráfico aéreo tan intenso que hay. Te pones en la cola del embarque porque crees que es el tuyo, pero con eso del retraso, igual hay 4 aviones que van antes al mismo o distinto destino, embarcando por el mismo sitio. O te lo cambian de puerta de embarque sin aviso de megafonía, que también es muy habitual.

Puedes intentar pasar tu billete a uno de esos vuelos anteriores, pero no creo que de resultado, suelen ir petados. Además, eso de salirse de lo establecido, ya irás aprendiendo que es algo complicado.

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La espera de este último embarque se hace pesada, sobre todo si hay demora. El cansancio comienza a apoderarse de tu cuerpo.

 

Por fin embarcamos y tras un sueñecillo… por fin, por fin, por fin, esta vez sí que hemos llegado al destino final.

“Espero que no hayas escondido mucho el papelito que te dan al facturar el equipaje y, sobre todo el de los bultos de mano”, me dicen. Contesto: “El del equipaje facturado está adherido al billete, como siempre, pero el otro, qué ganas de gastar dinero en tonterías, no sé para qué los darán si el equipaje lo llevas tú. Malo será que lo pierdas y, en ese caso, no creo que aparezca nunca”.

¿Verdad que más de uno piensa como yo?

“Pero deja de insistir, lo tengo donde siempre, en el bolsillo, al menos sirve para entretenerme enrollándolo y desenrollándolo. Noooo, esta vez no se ha roto ni lo he tiraaaado”.

Pues menos mal, si es que no se puede criticar, todo tiene un por qué en esta vida. Mire usted por dónde, aquí te hace falta para abandonar la zona de recogida de equipajes. El papelito pone el número de bultos totales que llevabas al embarcar y, condición “sinequane” para dejarte salir, que el policía vea que coincide con los que intentas sacar.

Y es que hay taaaanta gente… y la mayoría sin maletas, sino con mil bultos sueltos, bolsas, cajas atadas con cuerda… Algo así como cuando llega un vuelo de Baleares, todos con la pila de ensaimadas, pero a lo grande, mucha más gente y muchas más cajas, por lo que se hace importante controlar que nadie recoja de la cinta más paquetes de la cuenta.

Han pasado 36 horas aproximadamente desde que saliste de casa aunque, de verdad creías que habías llegado ya? Noooo, no, no, no, no. Ahora es cuando viene la parte más “movida”: O te han venido a buscar al aeropuerto, en cuyo caso irás entretenido/a contando  historietas o tienes que coger un taxi hasta tu casa u hotel.

Coger un taxi se puede convertir en otra epopeya. La gente que espera a sus familiares está fuera del aeropuerto. Dentro ya sería el caos total, porque acude a recibir la mitad de la progenie, que se juntarían con los mil captadores de clientes de las diferentes compañías de taxis (unas legales y otras no tanto).

Aquello es un hervidero del que no sabes cómo emerger. Todos se ofrecerán a llevarte. La mejor compañía en Makassar, por calidad de vehículos y seriedad de sus conductores, es Bosowa. Ahora también se está introduciendo la compañía líder de Jakarta y Bali, Blue Bird (puedes ver sus logos y nombres en la puerta y en la parte superior del vehículo). Ambos cobran lo que marque el taxímetro. Pero, a menudo, no tienes ni uno de estas compañías.

En ese caso, has de asegurarte de que el que te lleva también tenga taxímetro. En caso contrario, normalmente te entregan un papelito en el que aparecen los precios, los cuales dependerán de la zona a la que te dirijas. A pesar de ello, conviene dejar claro con el conductor que ese es el precio, porque si no, a veces intentan cobrar luego más.

Advertencia: si llueve, como hay más demanda y además, por los atascos, les lleva más tiempo el recorrido, está claro que querrán cobrar entre 30 y 50 mil rupias más de lo habitual. No merece la pena negarte, nadie lo hará más barato y, a fin de cuentas, aunque suene a mucho, sólo se trata de unos 3 euros de diferencia.

Si llegas muy tarde, no hay problema, siempre habrá alguien que se ofrecerá a llevarte, él mismo o llamando a su hermano, primo, tío o vecino, que suelen estar durmiendo en algún banco cercano. Eso sí, ni se te ocurra pagar el primer precio que te digan, la mitad seguramente será la cantidad más o menos acertada, unas 150.000 rupias si vas al centro.

Y otra cosa, el peaje, que al menos hay dos, se suele pagar aparte, aunque calma, nada de darte esos sablazos de nuestras autopistas. Te sale cada uno entre 3.000 y 7.000 rupias que, al cambio, no llega al euro.

Si te vienen a buscar es más entretenido pero, en ambos casos, claro está, vas a tardar lo mismo. Puede ser, con toda tranquilidad, casi una horita de paseo, o de meneo, porque al principio es autopista, pero una vez que entras en la ciudad, ya empieza lo divertido, los baches. Aunque no hay nada que por bien no venga, eso te sirve “pa despertar” un poco.

¡ABRE BIEN LOS OJOS. POR FIN COMIENZAS UNA NUEVA AVENTURA!

¿COMIENZAS?  ¡CREO QUE YA COMENZÓ HACE 40 HORAS!