En Indonesia te pararán mil veces por la calle para saludarte y pedirte foto: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Muchas cosas nos van a llamar la atención sobre la gente nada más pisar suelo indonesio, pero hemos de tener muy en cuenta que nosotros vamos a llamar la suya muchííísimo más.Y esto es algo a lo que no todo extranjero se acostumbra.
Salvo en Jakarta, la capital del país, cosmopolita como cualquier otra y Bali, turística por excelencia, no están acostumbrados a ver extranjeros y, lo que en otros países significaría mirar con extrañeza o con desconfianza, aquí se traduce en curiosidad infantil, que a unos nos hace gracia y a otros exaspera.
Me habían comentado que eran muy sonrientes, que te paraban para saludar y hacer foto… Cualquier cosa que yo imaginara se quedaba corta, muuuuy corta.
Por donde quiera que vayas oyes “buleh, buleh”, pero como eres novel, aún intentando ubicarte en el país, no prestas atención. Cuando ya miras a todas partes para ver qué pasa, te das cuenta de que se refieren a tí. Te miran y sonríen.
Literalmente buleh significa albino. Y es que, a ellos, de piel tan oscura, eso es lo que les parecemos. Sin embargo, a nivel coloquial se traduce como “extranjero, forastero”, vamos, el equivalente a nuestro “guiri”.
También están los que exclaman “mister, mister”. No importa si vas tú sola, también eres “mister”. La frase exacta a continuación es: «Halo, mister, foto, foto” (que no sé cómo se han podido poner casi los doscientos cuarenta millones de habitantes de acuerdo para acertar todos con la misma frase).
Éstos ya te paran, te dan la mano, y te piden permiso para hacerse una foto contigo, que luego son tres o cuatro, porque con esto de que ahora no hay que gastar dinero en revelados, se dispara las veces que haga falta. Pero claro, 3 ó 4 por cada uno del grupo, a los que se unen todos aquellos que pasan, que también querían pedirlo y no se atrevían…
No miento si más de una vez hemos tenido 15-20 personas, incluso más, alrededor disparando fotos, y otras tantas esperando turno para posar a nuestro lado.
Termina la sesión y, a los diez pasos, otra vez. Sólo si te haces el sordo o el tonto, te libras. A partir de ahora llamadme Angelina, porque es lo más cercano a sentirte como la Jolie.
Y, una de dos, o terminas con los ánimos bien altos, o terminas estresada. Ahora entiendo por qué los famosos se ponen esas gafas tan grandes y esos gorros para pasar desapercibidos. Aunque no sé si realmente pretenden lo contrario, porque suficiente que alguien intente esconderse para que nos fijemos más ¿o no?
APRETÓN DE MANOS A LA INDONESIA
De lo que desde luego no hay duda, es que educados sí, porque todos se ponen en fila y te dan la mano antes y después de las fotos, saludando primero y dando las gracias después. Es entonces cuando te sientes como los reyes en un día de recepción oficial.
Pero hay algo que llama la atención al estrechar la mano. Casi nadie da el apretón fuerte occidental. Es más un simple contacto de las palmas, muy a menudo acompañado del arropamiento con la otra mano, para finalizar llevando la derecha al corazón.
Todo esto al tiempo de una ligera inclinación de cabeza y tronco. Es un poco ceremonioso, pero a mí me gusta, sobre todo cuando se saluda a la gente mayor.
EL INTERROGATORIO
Finalizadas las fotos, si dices que has de irte, ahí queda la cosa, pero como te vean indeciso, entonces empieza el interrogatorio.
Todos, ya sea en una localidad u otra, van a preguntar absolutamente lo mismo, de carrerilla. A saber: de dónde eres, cuánto tiempo llevas aquí, a qué te dedicas, dónde trabajas, dónde vives, si estás casado, si tienes hijos y qué hacen tus hijos. Uf, casi me quedo sin aire.
No, no bromeo, todas y cada una de esas preguntas. Y como intentes irte antes de que termine el interrogatorio, te irán acompañando hasta que acaben.
En Indonesia, suele ser un poco rudo ir al grano directamente, así que es la manera habitual de entablar cualquier conversación, formal o informal, de romper el hielo, de saludar a quien no conoces…
A muchos extranjeros nos parece una intromisión en nuestra intimidad, o cuanto menos, ganas de cotillear, hasta que te das cuenta de que para ellos es casi como quien entra en el ascensor y dice ¡qué tiempo más bueno hace hoy!, que también tiene telita.
ESPAÑA, BARCELONA, TORRES
La mayor alegría para ambas partes durante esta conversación inicial es cuando dices que eres de España.
Cuando vivía en EEUU, nadie ubicaba nuestro país más allá de México, sin embargo, aquí absolutamente todo el mundo sabe dónde está. Claro que entonces no habíamos ganado ningún mundial de fútbol ni el Barcelona contaba con los jugadores actuales.
Efectivamente, aquí son tan, tan aficionados al balompié, que nombras España y los ojos les hacen chiribitas.
Con una sonrisa de oreja a oreja y levantando el pulgar, “España, Barcelona, Torres…“ son las tres palabras que siguen, acompañadas de un “bagus”, que no significa vagos ni siesteros, sino estupendo, magnífico. Automáticamente nos hemos convertidos en colegas.

Son tan forofos que hasta se visten con camisetas del Barça
OJO: LAS VISITAS
El sustillo te lo llevas cuando en la retahíla inquisitiva no sólo te preguntan la ciudad donde vives sino la calle y el número y que si pueden ir a tu casa. Tal cual. Y no dudes que alguno se pueda presentar, que nos ha pasado, hasta que prohibí a mi marido ser tan explícito dando señas.
Ocurrió así: llega a casa un chico de unos treinta años. Pregunta por mi marido; le hago pasar. Se sienta, mi marido sale, le ofrece una bebida. Silencio sepulcral, nadie habla porque el buen hombre no habla más que indonesio y nosotros llevamos poco tiempo aquí y no sabemos más que cuatro palabras en su idioma. Tras unos minutos pregunto a mi marido que para qué vino. Me dice: «no sé».
–¿Pero es del trabajo?
–No, le conocí en un semáforo, y sólo hablamos las frases de siempre.
–¿Quéééé?
Después de unos 20-30 minutos de cortesía que, los tres mirándonos las caras sin más, a mí me parecieron 2-3 horas, decimos que lo sentimos, que tenemos que salir, así que se despide hasta otro día. ¡Hasta otro día! ¡No debió ser bastante embarazoso para la otra parte!
¿Podéis imaginar la situación rocambolescaaaa?… ¿Y el chorreo posterior a mi esposooo? En fin, que poco a poco, vas aprendiendo, aunque sea de estas maneras.
DEVOLUCIÓN DE LAS PREGUNTAS
Se supone que tú también has de preguntar a tu interlocutor por su vida, aunque nunca te acuerdas de hacerlo, porque no es nuestra costumbre y porque se suelen dar por satisfechos simplemente inquiriendo ellos.
Sin embargo, hace unos días me presentaron a una chica ante la que no pude por menos que sonreir cuando, de repente, se quedó callada, mirándome muy fijamente durante varios segundos y, en vistas de que no le preguntaba, soltó a bocajarro, sin pausa: que estudiaba y trabajaba, que sus padres vivían fuera, que ella vivía con sus hermanos y que tenía 28 años. Y ya de paso, pregunta mi edad, que qué casualidad, continuó, era casi la misma de su madre.
«Bueno espera, voy a mirar en mi móvil exactamente la de mi madre. Pues sí, casi la misma. Y, ya que estamos, vamos a hacernos una foto juntas para mandársela. ¡Ay cuando le cuente a mis alumnos que con esa edad lees libros y trabajas con el ordenador! Serás un ejemplo para ellos, si tú puedes, ellos también…»
Bueno, bueno, bueno…, en otras circunstancias me habría hundido en la miseria con ese último comentario, pero me dio por reír, todo sea por una buena causa.
EL DESESPERO
Tampoco te extrañes si tras las salutaciones no quedas libre. Muchas veces los que te interceptan son chicos jóvenes, (aunque no tanto como tú crees, parecen adolescentes cuando ya van por los 25-28). Quieren practicar inglés y te piden permiso para acompañarte un rato. Por supuesto se lo das.
Charlas cinco o diez minutos con gusto, pero si estás paseando o visitando un sitio turístico, y después de un grupo te llega otro y vuelta a empezar con las mismas preguntas y con el acompañamiento… Es complicado, es complicado para muchos acostumbrarse pasados los primeros días en que todo hace gracia.
Pero es lo que yo digo: cuando estamos con nuestros hijos o sobrinos que no paran de hablar y no paran, y por qué, y por qué, y por qué… y te tienen ya de los nervios y les vas ya a mandar a paseo… y en ese instante te miran con cara inocente y una sonrisa… ¿a que te desarman?
¡Pues esto es lo mismo!
ARTÍCULOS RELACIONADOS
13 junio, 2020 a las 12:44 pm
Hola Magda, no sabes lo feliz que me ha hecho descubrir tu blog, pues Indonesia me atrae mucho.
Además, tras meses de confinamiento en las casas por el Covid-19, y viviendo solo como vivo, estoy deseando que abran las fronteras y ¡sentir la felicidad de estar entre tan alegre y simpática gente!
Gracias, voy a seguir leyendo tu blog.
Cuidaros
17 junio, 2020 a las 6:23 pm
Muchas gracias por tus palabras y bienvenido al blog. Cualquier duda, aquí me tienes. Saludos.