Primeros días en una ciudad Indonesia: Qué debo meter en el bolso, el impactante efecto de algunas calles, el jet lag, el cambio de clima… 

EL JET LAG
Llevo ya 4 días en la ciudad. El jet lag no me ha afectado demasiado porque, aunque cansada, desde el primer momento he hecho horario indonesio. Sin embargo, la cabeza no me termina de funcionar al 100% porque cree que estoy trasnochando y madrugando a diario.  

Tenemos en este momento 7 horas de diferencia con España, 6 cuando cambien de nuevo la hora allá. Aquí no la cambian nunca. Siempre amanece sobre las 5,30 de la mañana y anochece sobre las 6,30 de la tarde).

A la somnolencia se une el afán de mi marido por ponerme al día de lo que se debe o no hacer, cómo funciona todo lo de la casa, los bancos, dónde están los supermercados… además de presentarme a locales y expatriados, todos de golpe. Total, que con el atontamiento que llevo, mezclo datos, me olvido de caras…  

mapa marcando la distancia entre España e Indonesia

LAS CALLES
Por otra parte, veintiséis años hacía que no montaba en moto y ahora vuelve a ser nuestro medio de transporte más habitual. Nada de gran cilindrada y autovía. Para este tipo de ciudad, con grandes atascos y grandes baches, lo suyo es una Scouter. 
 
Ciudad, por decir algo, porque con esto de atajar hay veces que acabamos en medio de la nada o en alguna calle que, inevitablemente, me recuerdan los buenos tiempos de Mortadelo y Filemón. No exagero, aquí va una imagen de muestra:
calle de piedras, sin asfaltar, en la ciudad de Makassar
Por ahí cogimos a la ida, sólo le falta el rotulito “Ibáñez” en el lateral, no me digáis que no.

Para evitar esta vía, a la vuelta decidimos tomar una ruta distinta. Y, en este otro sitio desembocamos en una de esas que me decía, “verás qué bien controlo ya las calles”:

Animal en plena ciudad de Makassar, Indonesia
Y lo gordo es que de los “animalitos”, que había más de uno, y de “las charquitas” donde retozaban, cuya profundidad se puede intuir, ni darse cuenta hasta que el sendero de repente desapareció y nos encontramos en todo el medio. Afortunadamente, pronto llegó otra moto que nos guió campo a través, no sin «jartarse» de reir de nosotros, claro.

¿Podéis imaginar los botes que dimos con la moto tanto a la ida como a la vuelta? Pues al abombamiento de cabeza citado anteriormente, sumadle los andares de pato por las agujetas de piernas y posaderas… vamos que, si  no fuera por lo que es, más de uno pensaría mal viéndome de esas pintas.

FUNDAMENTAL NADA MÁS LLEGAR A INDONESIA

En resumen, que entre unas cosas y otras, parezco algo lela, así que decido hacer alguna pequeña cosa para ver si me empiezo a aclarar: 

 PRIMERO
Fundamental comprar un cuadernito para anotar las chuletas que me recuerden lo que me explican, el tfno. de gente que hable inglés o español para caso de emergencia y algunas expresiones importantes en indonesio que me puedan hacer falta.

Ya sé que estamos en el siglo XXI y se suele usar el móvil, pero la experiencia es la experiencia, y el móvil tiene la mala costumbre de quedarse  sin batería cuando más lo necesitas, o de quedarse olvidado en casa, o de no funcionar en lugares sin cobertura. Por contra, los métodos de toda la vida no suelen fallar. 
cuaderno para anotar todo lo de Indonesia
SEGUNDO
Preparar un bolso todo-terreno: cómodo, nada de diseño, mejor si es bandolera o mochilita, en el que meter:

  • Necesariamente Clínex, porque raramente encuentras papel higiénico en los baños. Si se te acabaron y has de buscar, no preguntes en la tienda por Clínex, aunque parezca un nombre universal, ni tampoco busques en el google traslator “pañuelos de papel”, no lo entenderán, simplemente dí “tisú”.
  • Algún antimosquito, ya sea en emulsión, pulserita… por si acaso te llega el atardecer. Si también te cabe un antihistamínico, mejor, porque siempre llegas tarde a ponerte el repelente.
  • Móvil (y cargador), en el que también anotarás el tfno. de los taxis, porque aunque suele haber bastantes, si te coge una lluvia, que aquí son lluvias de verdad, nada de chirimiris, ya te anticipo que no vas a salir a buscarlos. 
  • Monedero con billetes pequeños, de 10.000 y 20.000 rupias, porque los taxis casualmente casi nunca tienen cambio, y billetes de 2.000 (0,15 céntimos de euro), cuantos más mejor, porque se dan de propinilla para todo.
  • Alguna pastillita Tanagel (o similar), por si las moscas.
  • Yo, además siempre llevo la cámara de fotos, aunque casi nunca la saco a tiempo.
Pero es que llevarla al cuello, me parece demasiado, ¡por si no llamásemos suficiente la atención los extranjeros! Aunque en realidad, si cantamos por la piel blanca, los pantalones cortos, el pelo rubio, los ojos claros, los brazos descubiertos… qué más da ya una cosilla más.
  • Y ya me olvidaba de una cosa, la crema solar. Eso de, «qué bien, con tanto solecito, verás qué pronto me pongo morena», ni pensarlo, aunque seguro que nadie me hará caso y luego bien que me recordaréis. Si al principio no usas protector te quemarás, sí o sí, si es que te atreves a caminar por la calle o ir en moto, claro.

loción para picaduras de mosquitos de Indonesia

TERCERO
Decido llevar horario indonesio, si no, no hay manera. Si quieres pasear, ir al mercado, hacer gestiones en la ciudad… levantarse a las 7,30 como en casa, es una temeridad. El calor a esa hora, creedme, ya se deja notar, muuuucho. Así que las 6 de la mañana, que ya luce un sol impresionante, es buena hora. 
 
Vaaaaale, lo confieso, todavía estoy en trámites de levantarme a las 6, pero ya sabéis el dicho “haced lo que yo os diga, no lo que yo haga”. Lo que cuenta son los buenos propósitos.

mercado en la ciudad de Makassar
Hoy, con ese buen propósito de madrugar, me voy a ir a la cama temprano,  pero antes me daré una duchita para relajarme mejor. Oh, oh, ya no me acordaba, el calentador lleva más de dos meses estropeado. El dueño de la casa, como todo “buen casero”, pasa de enviar a alguien que lo arregle, y mi marido, por su horario de trabajo, no tiene tiempo de buscar a ningún técnico. 

Tendré que tomar cartas en el asunto, pero mientras tanto, no me queda otra que, o ducharme a la velocidad del rayo, dando pequeños botes, cosa que al final no sé si resultará relajante, o coger agua en un balde, calentarla, mezclarla con agua fría y ducharme como cuando era pequeña, con el cacito. ¡Aaaay, aunque sólo sea por la nostalgia de los viejos tiempos, elijo la segunda opción!
Calles “empedradas”, animales “descansando”, duchas “caseras”… Empezando así, ¡no me quiero imaginar cuántas experiencias puedo experimentar a partir de ahora!
 
 
¿MAS EXPERIENCIAS DE LOS PRIMEROS DÍAS EN EL PAÍS? AQUÍ VAN ALGUNAS: