Una vez superado el Covid expongo mi experiencia y las secuelas que me ha dejado, más que físicas, psicológicas. Una suerte poder contarlo.

¡Qué triste aniversario! El Covid cumple un año.

Aun con tan corto período de vida, con toda probabilidad Covid es la palabra más en boca de todos los tiempos. Ha conseguido proclamarse, funestamente, la vencedora de un imaginario y amargo Guinness.

Hasta parece que el nombre, acrónimo de Coronavirus Desease 2019, supusiera una nota sarcástica. El vocablo inglés “desease”, en castellano “enfermedad”, ¡qué significado tan distinto posee en nuestra lengua  leído tal cual! Como decíamos en el colegio, pretérito imperfecto del subjuntivo del verbo desear.

El Covid hizo su aparición tímidamente, o al menos así pareció durante unos pocos, poquísimos días. En un lugar muy lejano, que si no es por las noticias, aquí ni nos enteramos… o al menos eso nos decían.

virus covid al microscopio

Imagen de AFP

EL AVANCE DEL COVID

Para Inri, eso que tanto nos gusta, que nos abre la mente y el espíritu, viajar, irónicamente se convirtió en un arma, el desencadenante fatal de lo que está siendo una gran pandemia internacional.

En unas pocas semanas, un virus hasta ahora inexistente pasó de ser un completo desconocido a compartir nuestros desayunos, comidas y cenas a través de las noticias de cualquier canal televisivo o radiofónico.

Y por si acaso te lo habías perdido, el resto del día no paraban de sonar los clinggg del whatssap que tus conocidos, con la mejor intención, te mandaban.

síntomas covid

Muchos pasamos de la inquietud al pánico. Y  del pánico pasamos a la saciedad. Ya no podías respirar cuando anunciaban las cifras de víctimas diarias, y eso que las cuentas no salían.

Así que decidimos dosificar la información e intentar sacar el lado positivo de un confinamiento. A priori, serviría para disfrutar de un poco de tiempo libre para tu familia, tus libros o lo que quiera que te gustase.

Y EL COVID LLEGÓ A MI HOGAR

Y un día, cuando ya estabas acostumbrada a mascarilla, a choques de codos, a la escasa vida social… entonces el Covid, sin ser invitado llegó a mi puerta y, sin llamar siquiera, tomó asiento en mi hogar.

Comenzó mi marido con lo que parecía un resfriado, eso pasa por no secarse uno el pelo cuando te chopas por la lluvia, pensamos. Pero, tres días después comienzo yo a toser y afloran ocho décimas de fiebre.

Inmediatamente vienen a mi mente imágenes angustiosas, innumerables camas en hospitales de campaña en las que reposan los afectados decúbito prono con tubos por todas partes…

hospital saturado por el covid

Imagen de france24

Y, por qué no reconocerlo, en cuestión de segundos, entré en pánico. Nauseas, descomposición… un estado de ansiedad que aún con diazepan costó horas controlar.

LA PARTIDA DE AJEDREZ

“Si algo tiene solución, no has de preocuparte, y si no tiene solución, para qué preocuparte”.

Sabio proverbio que a menudo me suelo repetir, unas veces con más convicción y éxito que otras.

La partida había comenzado y nada podía hacer salvo intentar llevarla de la manera más calmada y sensata posible, los nervios no servirían más que para agudizar la situación.

Como cada vez que he vivido situaciones de gravedad me dije a mí misma, respira profundo y prioriza, ya tendrás tiempo para llorar, culpar o patalear cuando todo pase… si es que lo cuento.

Llamé a nuestro médico, nos recetó Paracetamol y dijo que, para evitar un falso negativo esperásemos unos días antes de realizar la PCR.

paracetamol, medicina para fiebre y malestar

TEST POSITIVO

A los dos días ya no pudimos esperar más. Llegados al hospital  me causa un poco de respeto que haya cola en la calle esperando lo mismo, una prueba que puede cambiar tu vida radicalmente en cuestión de segundos.

Una vez dentro deciden realizarnos el test de antígenos y, en diez minutos escasos nos dicen… Positivo.

En ese momento ¡pasa una apisonadora por encima de tí!

Pero, el Paracetamol está realizando tan bien su cometido que te lo tomas con tranquilidad. Nos sentimos genial, afortunadamente pasaremos el Covid sin pena ni gloria.

Pues… no tan rápido Caperucita, un par de días después, comienza la marcha atrás, de nuevo fiebre, malestar y tos.

Y SE HIZO EL SILENCIO

Vuelve el pánico, pero esta vez se manifiesta de manera distinta. No hay nervios, ni llantos, ni quejas de por qué a mí, ni siquiera reproches al mundo.

Simple y llanamente se hizo el silencio.

Sí, durante días en la casa se hizo el silencio más absoluto, como si de un voto sagrado se tratase. Tan sólo interrumpido tres veces al día para preguntarnos mutuamente ¿Cómo te encuentras?

Dormir y leer, las dos únicas cosas que el organismo me pedía, una para relajar el cuerpo, la otra para relajar la mente.

¿Quién me iba a mí a decir que compartiría las noches con Ken Follett?

libro de Ken Follet las tinieblas y el alba

Y SE HIZO LA NADA

¿Qué pasaba por mi cabeza? Parecerá increíble, pero… nada, prácticamente nada. Mi mente parecía en blanco y noqueada.

Tan sólo recuerdo repetirme una y otra vez mentalmente, no llegué a explicarle a nuestras hijas todo el papeleo que deberán hacer. Por lo demás, ni hacía recuento de mis días felices ni de los desdichados, ni me planteaba si era justo o injusto que nos estuviera pasando a nosotros…

Ni siquiera me preocupaba, como en numerosas ocasiones de mi vida, lo que pudiera encontrar en el más allá.

Tan sólo nos mirábamos a los ojos. Sin una mueca, sin un movimiento, sin ninguna acción gutural. Ojos tristes, cansados, enmarcados por unos marcados pliegues recién forjados en la faz.

No creo que alguna vez llegue a olvidar esa mirada que parecía simplemente decir, se acabó, hasta aquí hemos llegado.

De acuerdo, ya sabemos que todos hemos de partir y mejor que sea penando una semana que no varios años de cualquier terrible enfermedad pero ¿cómo ha podido llegar este día sin más ni más? ¡Y por una causa tan inimaginable!…

Qué importa, qué más da, la vida es una especie de juego en la que unas veces se gana y otras se pierde. Jaque mate.  Se acabó, hasta aquí llegó el camino.

puente de madera en Albania

¿NO SERÁ TODO UN MAL SUEÑO?

A pesar de mi laxitud, algo en mi interior luchaba por emerger. Me dije, todo esto debe ser un sueño, no puede ser verdad.

Que dentro de un rato o de un par de días ya no exista… ¡No puede ser más que un sueño!

Metí mis manos bajo el grifo de agua fría para despertar. Miré a mi alrededor. Todos los objetos de la cocina siguieron en su sitio. No estaba dormitando en el sofá ni en la cama.

Fue entonces cuando me sorprendí pronunciando en voz alta  “Mamá, si puedes hacer algo, por favor haz que sea rápido y que no suframos mucho”.

mamá, nuestros mayores

Hummm, es curioso cómo, en momentos cruciales, buscas el cobijo de la figura protectora por excelencia.

Te fuiste hace dos años, mamá, físicamente solo, eso sí. Y una vez más cuánto agradezco a la Providencia que no te haya tocado en los momentos actuales. ¡Cuán mal, de manera añadida, lo hubiésemos pasado todos! ¡Con tu Alzheimer te hubieras sentido en el hospital tan solita sin entender nada…!

Más aún que cuando la enfermedad no te permitía reconocernos. Y aún así nos acariciabas…

¡Cómo no recurrir a ti en mis peores presagios!

manos unidas

¡Cómo se parece esta mano a la suya!                 Imagen de perú21

LA MEJORÍA

No sé si ella tuvo algo que ver, pero horas más tarde las cosas comenzaron a cambiar aunque aún tardara unos cinco días en recuperar algo de fuerzas y aliento.

No tuvo la misma suerte mi marido quien parecía empeorar por momentos. Una semana más tarde, a un tris de ingresar en el hospital, por fin el antibiótico comenzó a  surtir efectos. Las chicas y yo pudimos, ahora sí, respirar acompasadamente.

Días después la nueva PCR salió negativa pero el Covid, este maléfico virus, no estaba dispuesto a marcharse sin dejar su estela. Varias semanas más fueron necesarias para que sus pulmones y su aparato locomotor volvieran a una relativa normalidad.

LAS SECUELAS

Pero ¿fue esta la única secuela del Covid? En nuestro organismo tal vez sí, confiamos en que sí. En nuestro espíritu, no, decididamente no.

Este mal bicho no sólo sesga vidas, sesga corazones. Por suerte no a todo el mundo, pero por desgracia, a más gente de la que creemos.

Te debieras sentir más agradecido a la vida que nunca. Sin embargo, al menos en una primera fase, te vuelves impasible. Si poco te importa lo que pasa a tu alrededor, menos aun lo que ocurra en el mundo.

Te planteas para qué has luchado toda la vida, qué corta e insulsa te parece ésta ahora, qué mundo lleno de problemas dejas a tus hijos.

Te exasperan las discusiones, ya sean por el rumbo del país o por el color de la pared.

Para qué salir al exterior, tu casa es más que suficiente, adiós a tus ganas de quitarte el pijama, de volver a viajar,  de charlar con los amigos…

A menudo pierdes la concentración ya sea viendo una película o realizando cualquier tarea cotidiana.

No quieres ni oír hablar de los estupendos proyectos que llevabas entre manos ni de nada de lo que hasta ahora te hacía ilusión, restaurar muebles o cuadros, hacer fotografía, escribir artículos…

Magda Batik restaurando una pintura sobre óleo

ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS

¿Debería estar haciéndome un selfie con una sonrisa Profidén y los dedos en V para enviarla a todos mis conocidos? Tal vez, posiblemente.

Por supuesto que me complace haber superado una batalla como la del Covid. Es más, cruzo los dedos, que no se sabe si reincidiremos ni si saldremos tan bien parados si existiese una segunda vez.

Me siento agradecida, aunque no sé bien a qué o a quién. A la Suerte, a un Ser Supremo, a la Natura, a la Ciencia… Un poco a todo, no se vaya ninguno a ofender.

Pero además he de agradecer a una persona y,  aunque sabéis que no suelo mencionar expresamente ni a individuos ni a empresas, se hace necesario esta vez.

Y es que fue el Dr. Gonzalo Guillem, nuestro médico de familia desde hace bastantes años, quien a través de teléfono nos hizo todo el seguimiento, a diario, desinteresadamente. Gracias mil. Entre otras cosas porque… si he de esperar las instrucciones que me prometieron en el hospital al dar positivo…

agradecimiento de magda batik

Imagen de ideasnuevas.net

Tampoco puedo dejar de mencionar la Farmacia de la Dra. Laura Pavía. Igualmente de manera altruista nos acercaron la medicación a casa en las tres ocasiones en que las necesitamos. Graciassss.

LAS AGUAS A SU CAUCE

Pero ¿me siento feliz?

Sinceramente, de momento no me es del todo posible sentirme feliz cuando sé que, por idéntico motivo muchas otras personas están en plena lucha, en pleno duelo o simplemente ajenas a la alimaña que dentro de unas horas minará su salud y su fuerza moral.

A pesar de todo, siempre se ha dicho que todas las aguas vuelven a su cauce.

Y así es, poquito a poco se va consiguiendo, aunque has de poner de tu parte algo de buena voluntad. Obligarte a ti mismo a hacer, aunque no te apetezca un ápice.

Si el mundo tenía muchas cosas buenas y bellas hace un año, a buen seguro seguirá teniéndolas hoy.

anochecer en playa de Indonesia con volcán de Bali al fondo

MUESTRA DE RESPETO

Y aquí estoy, imponiéndome mis propios deberes.

Han pasado tres meses hasta que me decido a retomar el ordenador para redactar estas líneas que puede que a nadie interese pero que no sólo me sirven de desfogue sino que, efectivamente, parecen estimular.

Que sirva también toda la parrafada para alentar a aquellos que están en mi misma fase, una semi apatía, o a los que están por llegar porque, no nos engañemos, a esto del Covid parece que le queda alguna temporada más.

Pero sobre todo, que sirva como muestra de respeto.

Mis respetos a todos los que están trabajando en primera línea, a todos los profesionales de los muy distintos sectores que se esfuerzan para que las cosas sigan marchando, a todos los sufrientes, en primera o segunda persona, a todos los que se nos están yendo…

ayudar a levantarse

Imagen de desmotivaciones.es

Pero sobre todo a vosotros, nuestros mayores, esa generación tan sufrida a la que debemos casi todo lo bueno que queda en este país.

Por ello, quiero hoy finalizar con la obra con la que el pintor Juan Lucena os homenajeó. No puedo evitar un hormigueo generalizado y humedad en los ojos cada vez que la contemplo. Quizás, por motivos evidentes, la pintura que más me ha emocionado en toda mi vida.

Adaptando una muy castiza expresión…   Maestros, va por vosotros.

cuadro homenaje a los abuelos fallecidos por Covid

 

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