El impactante Templo Bayon, la Terraza de los Elefantes o la del Rey Leproso. ¿Con qué quedarse? Complicado lo tenemos.
Muy cerquita del fascinante templo de Angkor Wat, que vimos en un post anterior, se encuentra el no menos increíble templo Bayon. No tan gigantesco pero para mí, mucho más atrayente.
Lo encontraremos dentro del recinto de Angkor Thom donde, como ya comentamos, el rey Jayavarman VII trasladó su corte en el siglo XII. Recinto cuadrado amurallado de, nada más y nada menos que tres kilómetros de largo por cada lado y ocho metros de altura.
Para traspasarlo hay cinco puertas. La más cercana a Angkor Wat es la Sur, así de maravillosa:
La llaman gopura y, si os fijais bien no se trata de una sola cara, sino de varias, exactamente cuatro, cada una mirando hacia un punto cardinal. A ambos lados del vano podéis apreciar una especie de columnas, pero no son tales, sino trompas de elefante, de piedra claro, de las que hablaremos más adelante.

Aquí podemos contemplar la puerta entera
Hasta llegar a la puerta hemos de atravesar una calzada de piedra no menos espectacular. Cien metros que atraviesan un foso bajo la supervisión de ciento ocho enormes figuras igualmente de piedra. La mitad a cada lado: las de la izquierda son dioses, reconocibles por sus semblantes serenos y tocados cónicos y las de la derecha demonios, con muecas y tocado militar.
Aunque con muchos faltantes, se supone que ambos grupos sostienen una enorme naga, una especie de serpiente de nueve cabezas, ornamento repetido en todos o casi todos los templos que visitamos.

En esta imagen de la entrada al templo también se ven las nagas. Si no se sabe, pasa simplemente por una baranda de piedra
Con esta entrada, el interior promete. Y, en efecto, no nos decepciona.
Lo que desde lejos no parecen más que montañas de piedras chamuscadas, va tomando forma a medida que nos acercamos: cincuenta y cuatro torres formadas por enormes bloques de piedra albergando más de doscientos rostros tallados, como si de un gigantesco puzzle 3D se tratara. El espectáculo está servido. ¡Alucinante!

El efecto de la piedra a distancia es como si estuviera a punto de deshacerse en polvo
Cada torre posee cuatro sonrientes caras que se suponen del rey promotor. Cada una mirando hacia un punto cardinal, como controlando todo en derredor.

¡Comprobad el tamaño de las caras!
Se supone que las torres se encuentran en tres niveles, pero hay tal batiburrillo de pasillos que al final no sabes muy bien en cuál te encuentras.

Comienza una bajada

Bajamos aún más. Alucina de día, así que antiguamente, de noche, con antorchas, debía ser el no va más

Una vez abajo, no acaban las galerías
Tantas galerías que, en contraposición al templo anterior ahora son estrechas y oscuras, y tantos rostros enormes tan de cerca, produce una sensación extraña, por momentos mística, por momentos misteriosa, por momentos estremecedora… pero siempre fascinantes.
Nuevamente los bajorrelieves son protagonistas de las paredes. Más de once mil figuras. Me parece increíble. Unas galerías representan a deidades hindúes mientras que otras muestran escenas de la historia y de la vida cotidiana de la época.
Una vez salimos del ensimismamiento que produce Bayon, nos dirigimos al templo Baphuon, a escasos metros de distancia. En sus tiempos debió ser imponente, acoplado en la montaña pero ahora, y tras visitar Bayon, nos pareció un bloque demasiado compacto e insulso.
No digamos ya la decepción del Palacio Real que a la vista de los templos imaginábamos alucinante. Sólo queda la base de piedra, el resto era de madera y ha desaparecido. Una pena. Pero, para suplirla, nos esperaban dos sorpresas.
Primera, la Terraza de los Elefantes, por cuyas cinco enormes plataformas procesionaban decenas de paquidermos tallados en los muros, a tamaño casi real.

Es una pena no poder mostrar la inmensidad del muro repleto de elefantes
También vemos nuevamente aquellas trompas de elefante de la entrada al recinto. Representan al elefante de tres cabezas del dios Indra. En el centro se colocaría él y en los laterales sus consortes.

La trompa derecha ha desaparecido, pero siempre hay algún voluntario dispuesto a reemplazarla
Igualmente llamativa es la decoración de las escaleras, con leones, garudas y nagas guardando el lugar, y más aún el pacífico escenario que los pétreos vigías otean.
Es muy posible que desde este emplazamiento el rey presidiera desfiles u otros actos. Fácilmente te puedes imaginar la grandeza del lugar en el siglo XII.
La segunda sorpresa fue de esas que te dejan sin habla, como mucho dices “madre míaaa”, por su tamaño y por sus numerosísimos bajorrelieves… la Terraza de rey leproso.

!Este es sólo un trozo del muro! Imaginad el efecto grandioso in situ y al completo
Si ese muro impacta, tras él hay otros que aun siendo mucho más pequeños, no se quedan atrás, para nada, por la calidad del tallado y por su extraordinario estado de conservación, máxime estando al aire libre.

Si os fijáis, casi todas las figuras de cada fila presentan prácticamente la misma pose

Ni un sólo hueco sin tallar

Los muros forman varios pasillos. El conjunto es toda una joya.
Salimos ya del recinto de la antigua ciudad de Angkor Thom. Pero los templos no se acaban aquí, hay muchos más, esparcidos en un amplio radio, entre ellos Ta Prohm, que saltó a la fama por servir como escenario de la película Tomb Raider.
Pero sobre ellos hablaremos en un próximo post. Nuevamente cansados pero contentos, vamos retornando al hotel.
Entre numerosos tenderetes y con un tráfico intenso, nos parece gracioso el cartel a ras de la calzada. Cuidado con los ataques de monos. Pero hombre, ¿cómo va a ser posible que haya monos con tanta gente y tanto tránsito? Pues lo es, aunque no parece que sean agresivos si no se les molesta. Y nadie se inmuta, ni transeúntes ni primates.

Un primate se acomoda encima como para verificar que el cartel no está puesto por capricho. Afortunadamente no muestra un rostro tan agresivo como el del dibujo pero, por si acaso, anduvimos con ojo
Tampoco parecen inmutarse los cerdos ni los bueyes, que campan igualmente a su aire. Desde luego, todo un ejemplo de bien avenida biodiversidad vecinal.
Pero, ¿por qué nos apartamos a un lado? ¿Para dejar paso a qué?

Pues no, no parece que se extrañen de la escena, ni el elefante ni los conductores circundantes
¿No habíamos salido ya de la Terraza de los Elefantes? ¿Es que por obra de los dioses alguno de ellos, cual Pinocho, se convirtió en real? No creo ¿verdad?
Pero ¿por qué no quedarme con esta particular versión? ¡A ver quién me lo puede impedir!
¿QUIERES CONOCER OTROS TEMPLOS DE CAMBOYA IGUAL DE ALUCINANTES?
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