Pasear por Dalt Vila, la parte vieja de Ibiza, Patrimonio de la Humanidad, es descubrir calles llenas de encanto e historia.  No todo es fiesta en la isla. ¿Te apuntas?

Cómo te cambia la vida a través de los años, cómo te cambian los intereses, los gustos, las preferencias, las costumbres, la manera de ver y entender lo que te rodea.

Aterricé en Ibiza por primera vez una fría Navidad, con veintiún años de edad. Dalt Vila, la zona histórica y turística de la ciudad estaba desierta y sus múltiples restaurantes y tiendas cerradas a cal y canto.

No dejó de producirme una cierta decepción, Ibiza era famosa por su vida nocturna, su ropa y sus hippies, así que esperé ansiosa la llegada del verano cuando, efectivamente, se convirtió en un hervidero.

El Dalt Vila que presenciaron mis ojos, aun siendo el mismo, se me antoja bien distinto al que hoy contemplo.

Antes mi vista se iba a los escaparates, a los estrafalarios viandantes, a los numerosos pubs… Mi juventud me pedía bullicio, música, copas, supuesta libertad y algo de extravagancia.

No digo que no me sigan seduciendo sus románticos restaurantes  y algunos comercios que, en lugar de traer sus artículos de la India, China o Indonesia, han sabido conservar la mano de obra y la esencia de la isla.

Pero mi madurez pide historia, arte, tradiciones, armonía, sencillez y sosiego.

Fachada con balcones y plantas en Dalt Vila Ibiza

Esta divergencia es la que ahora me hace valorar no la soledad invernal pero sí esas primaveras en flor en las que el clima suave y el poco turismo permiten disfrutar a las anchas de unas empinadas y estrechas callejas que hacen de Dalt Vila un lugar único.

DALT VILA, LA CIUDAD ALTA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

El pueblo de encima o la ciudad alta, así podríamos traducir el nombre de Dalt Vila.  Con total sentido, ya que se haya asentada sobre un monte. Lugar elegido a lo largo de los siglos por los muy diversos pobladores de la isla, sin duda por su estratégica situación.

Nada menos que tres murallas la protegían durante la época de ocupación musulmana pero ello no fue óbice para que los cristianos la conquistaran en el año 1.235. No obstante, el aspecto actual de las defensas se lo debemos a Felipe II quien, tres siglos después ordenó su reforma.

Murallas defensivas ciudad alta Dalt Vila Ibiza

Las murallas, incluídos los siete bastiones y todo el conjunto urbanístico de Dalt Vila, por derecho propio obtuvieron el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad en 1.999.

plano de la muralla defensiva de la ciudad alta de Ibiza

TRASPASANDO LA MURALLA

Hay diversos accesos a Dalt Vilá, pero casi todos elegimos el más llamativo, el Portal de ses Taules, al ladito del Mercado Viejo, tan querido por los ibicencos. Su empinada subida al puente y su puerta coronada por el escudo y la corona imperial dan paso a un patio porticado, el antiguo Patio de Armas.

Bajo sus arcos disfruté de mi primer mercadillo hippie, artesanía de calidad por aquellos entonces, a la que se unían otros fantásticos artesanos locales, trabajadores de la cerámica, de las fibras vegetales…

El Patio de Armas da acceso a la Plaza de la Villa y a partir de ahí ya te pierdes por sus innumerables callejuelas de paredes encaladas salpicadas del celeste que enmarca muchas de sus puertas y ventanas , de buganvillas gualdas, rosas o rojas, de portalones de madera bajo pétreos arcos.

Calle encalada de Ibiza

No quiero seguir ninguna ruta establecida, sólo perderme y pararme en cada detalle que antes me pasaba desapercibido. ¿En todos mis años de paso por Dalt Vila me había fijado en la cantidad de escudos heráldicos de las fachadas?

Al menos veinte familias nobles han dejado constancia en la isla. ¡Y muchos piensan que Ibiza fue una isla meramente de pescadores y salineros!

 

escudo heráldico en calle de Ibiza

Así, sin rumbo y sin prisas voy descubriendo bellos portales, con sabor añejo, anónimos unos, discretos otros.

¡Quién se iba a imaginar que, con toda la vorágine veraniega de Dalt Vila, íbamos a encontrar tras uno de sus muros el Monasterio de Sant Cristofol, un convento de clausura!

Aunque los de la tierra le llaman “de ses Monges Tancades”, es decir, «el de las monjas encerradas». Para qué complicarse con nombres de santos, seguro que así todo el mundo se aclara mejor.

 

En cambio, otros portales están deseando gritar a los cuatro vientos el nombre de aquellas figuras conocidas que un día lo traspasaron.

placa en casa donde estuvo Rafael Alberti en Ibiza

LOS MUSEOS DE DALT VILA

Algunos  edificios se han convertido en galerías de arte o pequeños museos, como por ejemplo el de Cristóbal Colón.

En él se puede contemplar un trozo de la antigua muralla medieval y también documentación que avala la hipótesis del origen ibicenco de esta gran figura histórica. Sin duda es interesante.

Aunque yo personalmente opine que lo importante es lo que echándole buenas agallas logró,  lo que su proeza significó a todos los niveles y quién tuvo a bien financiar  la expedición, lo cierto es que pocos personajes han sido tan acreedores de un interés tan acérrimo por disputarse su natalicio y enterramiento, cuando ambos acontecimientos a menudo son algo más casual que otra cosa.

Museo de Colón en Ibiza

Otro museo que me gusta es el ubicado en el palacio Can Comasema. Sus más de cien acuarelas, óleos y dibujos están firmados por Narcís Puget padre e hijo y donados por su familia, de ahí que su nombre sea Museo Puget.

Me gusta su señorial entrada, me gustan las obras expuestas, reflejo de la sociedad ibicenca de tiempos pasados, y me gustan sus espectaculares vistas al puerto. ¿Se puede pedir más?

Vista desde Museo Puget de Ibiza

Está en la calle San Ciriaco, calle que da mucho de sí al buen observador.

EL TÚNEL DE LA CONQUISTA

En ella, por ejemplo, tras una reja metálica está la minúscula capilla del santo patrón de la ciudad, de esas que no son más que pequeños huecos comidos a la fachada. Muchas veces pasé por aquí sin apenas fijarme en ella, y mucho menos en apercibirme del agujero que hay bajo el altar.

capilla de San Ciriaco patrono de Ibiza, en Dalt Vila

No, no es un estropicio. Es la boca de un túnel y tiene su historia, o su leyenda, depende de opiniones. Y es que, para sorpresa de los musulmanes que dominaban la isla, por ahí entraron las tropas cristianas en el año 1235 facilitando la victoria sobre el enemigo.

Lo más fuerte es que parece que fue el mismo hermano del gerifalte musulmán quien condujo a los cristianos al túnel secreto como venganza por haber éste seducido a su esposa. ¡Ayyyy, las historias de celos y venganzas… mira que traen luego cola!

LOS CONQUISTADORES

Y en este punto, no puedo por menos que indicar que en carteles informativos y en muchas webs de corta y pega se habla de que fueron los catalanes quienes conquistaron la isla. Esto es cierto sólo a medias, es como decir que los extremeños conquistaron las Américas. Pues claro que fueron claves pero iban de parte de la Corona de Castilla.

En la conquista de Ibiza igual. Está documentado que sí, que oriundos del Condado de Barcelona  intervinieron, bajo el mando del Arzobispo de Tarragona. Pero no hay que olvidar que también lo hicieron las huestes del infante Pedro de Portugal y las de Nuño Sans, conde de Rosellón. Sin ambos apoyos muy posiblemente la conquista no hubiera llegado a buen término.

Y, lo que es también importante, que la contienda se llevó a cabo con la explícita autorización del rey de la Corona de Aragón, Jaime I, siendo éste el que, ocupado como estaba con la conquista de Valencia,  por no abrir un frente más que redundaría en perjuicio, prometió donarles en feudo Ibiza y Formentera si lograban la conquista en menos de un año.

Es decir, les cedió la batuta de ambas islas como aliciente y premio por quitarle a él faena de encima.

Escultura junto al Ayuntamiento de Ibiza

La imagen corresponde al sepulcro del Arzobispo instalado junto al Ayuntamiento, pero sólo se trata de una copia, regalo catalán para rememorar la gesta, el original está ubicado allá, adonde Guillem de Montgrí, que así era su nombre, retornó.

LA CALLE DE LOS JUDÍOS Y SANTO DOMINGO

Justo frente a la Capilla de San Ciriaco, y esto sí que estoy segura que ni la mayoría de los propios ibicencos lo conocen, descubro otra especie de túnel. Se trata de una antigua calle empedrada, la calle de Los Judíos era llamada.

En sus tiempos imagino que estaría más abierta, pero lo que es ahora, es de las de película de miedo, con espeluznantes leyendas incluídas. Una verja impide acceder a su interior, tal vez por si acaso éstas fuesen reales.

calle de los judíos en Dalt Vila España

Pasamos por la Iglesia de Santo Domingo con sus bonitas cúpulas. Su patio, como el de todas las iglesias pitiusas tradicionales invita al relax. En él además, alguna que otra vez he disfrutado de los bailes típicos ibicencos.

Me encanta el sonido y el aroma de sus enormes castañuelas, sí, sí, el aroma, a madera de enebro,  y siempre me asombró el número de refajos y joyas del atuendo femenino. Sin duda habré de dedicar a ello un post en el futuro.

Cúpula de teja Convento de Santo Domingo

LLEGADA A LA CUMBRE

Pasamos también por el Ayuntamiento, antiguo palacete, y llegamos por fin a la cumbre de Dalt Vila.

Allí nos reciben la Casa de la Curia, el Centro de Interpretación Madina Yabisa, el Castillo y la Catedral, ahí es ná.

No esperemos de esta última la opulencia de la mayoría de catedrales del país, no, es más pequeña y, en  consonancia con la sencillez de casi todas las iglesias pitiusas, mucho más modesta, pero de la que los ibicencos se sienten tremendamente orgullosos.

Catedal de Ibiza, en lo alto de Dalt Vila

En la zona del castillo tendríamos que dirimir lo que fue la Casa del Gobernador. Estoy deseando ver todo el conjunto terminado, lleva años en restauración.  Sin duda un enclave privilegiado para el futuro Parador Nacional.

De momento nos hemos de conformar con internarnos por algunos de sus túneles. Hasta el 2023 no está prevista la finalización de las obras, si no es que se presenten muchos inconvenientes, como la elección de la pintura de una de sus fachadas ya hace algún tiempo.

castillo de Ibiza

Tan ecológica la quisieron poner, que la lluvia se la empezó a llevar. En fin, cosas que pasan, en el fondo  le daba un aspecto envejecido.Aunque hay que reconocer que el repinte actual en color bien bermellón contrastado con ocre y piedra natural le confiere una estampa espectacular.

Castillo de Ibiza

Imagen de turismoeivissa.es

VAMOS BAJANDO

Contemplar las vistas desde el mirador de la Catedral es del todo imprescindible. La Marina con sus múltiples yates, el azul mágico de las aguas, los islotes que emergen de ellas como por arte de magia, la silueta formenterana del horizonte…

Después vamos bajando de nuevo, poquito a poco, aún quedan muchas calles con las que deleitarnos. No necesitan de edificios nobles para atraer la mirada ni para robar una interjección admirativa.

Ahí está Sa Portella, la única entrada a la ciudad alta que conserva restos de la muralla original.

Y muchas otras calles de las que ni siquiera necesitamos conocer su nombre. A cual más sencilla y al tiempo encantadoras y hechizantes.

Claro que podría enumerar otros lugares a visitar y explicar sus características más a fondo, pero no es esa hoy mi intención.

Pretendo nada más -y nada menos- que  impregnar e impregname de sensaciones, saborear siglos de historia sin más esfuerzo que imaginar el trasiego diario por este mismo suelo de fenicios, celtas, romanos, musulmanes, antiguos cristianos… .

Calle típica en Dalt Vila, Ibiza

Decía Antoine de Saint-Exupéry en su famoso Principito, lo esencial es invisible a los ojos. Extrapolando la frase a Dalt Vila, no puedo darle la razón. Hay que verlo para sentirlo. Verlo semi vacío, sin codazos por la muchedumbre ni música estruendosa que rompa su armonía.

Catedral vista entre cactus en Ibiza

LA ESCALINATA DE SA DRASSANETA

Y finalizo con el que siempre fue uno de mis rincones favoritos, una escalinata que sube desde la calle Mare de Deu, Costa de sa Drassaneta es su nombre. Aunque bien pudiera ser el de calle de la Tolerancia, o del Respeto, o de La Payesa o de la Sonrisa…

Y es que, durante mis primeros años de visitas a Ibiza, siempre encontraba allí a una anciana ataviada con su negro faldón hasta el suelo, su negro jubón hasta el cuello, su negro velo sobre la cabeza y su delantal hasta los pies.

Sentadita en su silla de enea, mirando y sonriendo a los hippies melenudos, a las suecas minifalderas, a los despampanantes gays, a los estrambóticamente disfrazados… Sin una mueca de disgusto o irritación. Y ellos la correspondían sentándose a su lado un rato, dándole conversación.

De alguna manera esa viejecita siempre ha tenido un lugar en mi hogar ya que, una persona muy querida, sin saber de mi simpatía por la payesa y por ese rincón, me regaló hace muuuchos años, esta acuarela que los inmortaliza.

Acuarela de calle típica de Dalt Vila Ibiza

Vayan dedicadas mis líneas de hoy a ambas, allá donde estén, a la anciana de la que nunca llegué a saber su nombre y a Cati, artífice del regalo, a la que siempre recordaré por mucho más que su nombre.

 

ARTÍCULOS RELACIONADOS