El Cristo de las Mieles, famosa escultura del Cementerio de Sevilla. ¿Sabes de dónde le viene el nombre y la trágica historia de su escultor, enterrado justo a sus pies?  ¿Qué hay de cierto en ella?

Conversando hace algún tiempo con una compañera de la Comunidad Valenciana de Travel Bloggers  me dijo que había quien la consideraba algo rarita porque en casi todos sus viajes visita los cementerios.

Bueno, hay cementerios muy famosos, por sus características, por los personajes que descansan en ellos… incluso algunos imprescindibles, respondí yo. Es más, pensándolo detenidamente, dentro de cualquier cementerio, sea cual sea, hay mucho arte. No en vano se están poniendo de moda las rutas guiadas a los camposantos.

Cartel de visita turística a cementerio

Siempre aprendes muchas cosas en los tours, aunque a mí estossss, no sé, no terminan de hacerme gracia, creo que son lugares íntimos, donde una cosa es la visita individual y otra hacer negocio. Pero bueno, la verdad es que no hacen mal a nadie y mientras se comporten respetuosamente…

En fin, solos o en grupo, encontramos en ellos multitud de tallas que embelesan,   esbeltas esculturas, de artistas la mayoría de las veces anónimos pero que bien podrían exhibirse en un museo, y pequeñas grandes obras arquitectónicas en las que descansar eternamente es todo un lujo.

escultura de ángel sobre una lápida

Imagen de Arnim Schulz en Flickr

Claro que cada uno tiene sus propios gustos y deseos y hay quien deja instrucciones muy concretas para su última morada poniendo su nota personalísima sobre el mundo que dejan.

lápida con adorno de mano

Texto de la lápida: «A hombros o en un carrito lleno de flores llegarás, con cínicas alabanzas nos despiden, pero ya no nos importa porque no escuchamos, mas os decimos con esperanza que al final de este viaje os esperamos»  Imagen de verpueblos.com

Así que heme aquí, a ojos de algunos volviéndome yo también algo rarita, porque he decidido escribir un poco sobre el tema de los cementerios aunque, como se decía en aquel concurso tan popular del 1,2,3… hasta aquí puedo contar en cuanto a arte, os dejo con la miel en la boca, porque hoy no voy a profundizar en ninguna de las muchas joyas escultóricas de los camposantos.

Estamos en el mes de la celebración de Halloween, y lo que pega son las historias.

¡Cuántas historias conocidas y desconocidas no guardarán los camposantos! Anécdotas, curiosidades, leyendas… Unas aportan misterio y provocan escalofríos. Otras endulzan esos lugares a los que, a priori, a muchos causan cierto resquemor.

Y ya que mis raíces son de Sevilla, nos vamos a centrar en la historia del  Cristo de su cementerio, el Cristo de las Mieles. Y también en la de su escultor. No sé si se habrán llevado al cine pero desde luego son propias de una película de aquellas en blanco y negro.

HISTORIA DEL NOMBRE DEL CRISTO DE LAS MIELES

¿Habéis oído de algún otro Cristo con ese nombre? Yo desde luego no.

Pues bien, la leyenda cuenta que un día algo comenzó a manar de su boca. ¿Imagináis qué? Miel, sí, como lo oyes, miel.

Y, lo habréis adivinado, la gente comenzó a proclamar a los cuatro vientos que se trataba de un milagro, una señal de agrado divino ya que unos días antes, por fin, tras más de cuarenta años de dimes y diretes, su escultor, Antonio Susillo,  por clamor popular, fue enterrado a los pies de su Cristo.

Detalle del Cristo del cementerio de Sevilla

Los expertos acudieron raudos a investigar pero… el gozo en un pozo. Y es que el Cristo, para evitar un peso excesivo, había sido realizado en bronce, sí, pero hueco.

Aprovechando el orificio de la boca, las abejas optaron por anidar dentro y, cuando el sol arreciaba, el calor del metal reblandecía la miel  saliendo al exterior como si de una señal divina se tratara.

Causó algunas desilusiones, claro está, pero de lo que no hubo duda, es de que para todos, a partir de entonces, nuestro Crucificado sería llamado el Cristo de las Mieles.

Ahora os daréis cuenta de que cuando casi al principio del post decía que os dejaba con la miel en la boca, iba con doble sentido.

Pero, si curiosa es la leyenda del nombre, lo que deja también la boca abierta, ahora a los humanos,  es la historia del escultor y de su obra más polémica. Leed, leed.

EL CRISTO DEL CEMENTERIO DE SAN FERNANDO

No hay nadie en la ciudad de Sevilla que no haya oído campanas sobre la vida de Antonio Susillo pero, a ciencia cierta creo que sólo los historiadores la conocen ya que, aún con puntos en común, hay más de una versión.

Su obra más polémica, el ya conocido Cristo de las Mieles, es un Crucificado de gran tamaño realizado en bronce, incluso la cruz, aunque imite la madera. Pero ¿qué la hizo tan famosa? ¿La anterior leyenda? No únicamente, ella es sólo el final.

Tal vez todo se iniciara por ese morbillo que a casi todos nos corroe y que comienza con la frase:

¿Sabes que su escultor se suicidó?  

Esto es cierto, certísimo. Las conjeturas y contradicciones vienen después, con el por qué. De toda la vida se cuenta que la causa del suicidio fue la desesperación por haber cometido un error garrafal en la ejecución de su obra, del Cristo.

La primera vez que lo oyes te eriza la piel, puestos en el siglo XIX es una reacción plausible, bastante acorde con el movimiento romántico de la época. Aún así parece no ser del todo correcta. Veamos.

Cristo de las Mieles del cementerio de Sevilla

El Cristo de las Mieles, luce majestuoso en la avenida principal del cementerio pero pocos se aperciben de que los pies tienen una posición atípica, cruzados incorrectamente, el derecho sobre el izquierdo y no al revés. Además, el derecho está apoyado en la base, no directamente clavado a la cruz.  ¿A que no te habías dado cuenta?

Detalle de los pies del Cristo de las Mieles de Sevilla

Imagen de leyendasdesevilla.blogspot.com

Vamos, es que la mayoría ni sabíamos que estaba normalizada la posición de los pies. Es más, no es la primera vez que un Cristo es representado con el pie izquierdo bajo el derecho, incluso sin cruzar, apoyados ambos en la base. Fijaros en estos dos ejemplos, lienzos de El Greco y Velázquez respectivamente.

Pinturas de Jesucristo Crucificado

También hay un pequeño lío con las fechas. Mientras una versión dice que la obra se completó en 1895, es decir, el año antes de morir su autor, lo cual daría bastante crédito a la leyenda, otros dicen que no, que fue en 1880, con lo que ya resulta más difícil pensar que el suicidio, dieciseis años después, se debiera a ese error.

En cuanto a la vida de Antonio Susillo, también hay contradicciones. La verdad, no entiendo cómo un personaje tan relativamente cercano en la historia, da para tantas dudas.

ANTONIO SUSILLO

Antonio Susillo fue un artista bien conocido en la época. Aunque actualmente su nombre no suene demasiado, lo cierto es que muchas obras suyas siguen embelleciendo la ciudad de Sevilla. Velázquez, Murillo, Martínez Montañés o Miguel de Mañara son sólo algunas de las grandes figuras inmortalizadas en sus esculturas.

Estatua de Miguel de Mañara de Antonio Susillo

Siguiendo con la leyenda, Susillo era de cuna humilde y siendo un niño la Infanta Luisa Fernanda de Orleans le descubrió casualmente mientras jugaba a moldear figurillas con el barro de la calle.

La también llamada Duquesa de Montpensier, apellido aún famoso en la ciudad por su magnífico palacete, hoy sede de la Junta de Andalucía, actuó de mecenas, pagando todos sus estudios dentro y fuera del país, llegando el artista, con poco más de veinte años, a recibir encargos de la más alta sociedad, parece ser que hasta del mismisimo Zar de todas las Rusias.

Duquesa de Montpensier, benefactora de Antonio Susillo

Sin embargo,  otras voces echan por tierra ese toque sentimental. El niño pobre descubierto y protegido por la aristócrata pasa a ser un chico de familia de comerciantes, no mal situada, que estudia en el taller de un artista local aunque su padre no esté mucho por la labor.

Animado por su maestro se presenta a algunos concursos locales que le servirán de catapulta. Entre sus clientes, efectivamente, la flor y nata social destacando, y ahora sí que aparece ya, la Duquesa de Montpensier, para quien realiza el conjunto denominado «Personajes ilustres sevillanos», doce estatuas que desde las alturas  del palacio de la Duquesa, el Palacio de San Telmo, justo al ladito del deslumbrante hotel Alfonso XIII, siguen vigilando hoy los pasos de los transeúntes.

Palacio de San Telmo de Sevilla con esculturas de Susillo

Es en esta etapa de ebullición cuando se interesan por él la reina madre Isabel II y el príncipe ruso Romualdo Giedroyc, siendo éste quien le propicia la entrada en la Escuela de Bellas Artes de París desde la que luego pasará a Roma para continuar su formación.

Como ocurre a menudo con las fortunas, lo que para unos es mucho a otros no les llega. Este parece ser el caso de su esposa. Las malas lenguas la tachan de derrochona, de que llevaba al hombre de cabeza, trabajando sin dar abasto.

De ser cierto que el encargo del Cristo fuera de 1895, casi con seguridad le hubiera sacado de algún que otro apurillo pero, tras el «garrafal error» del cruce de pies, posiblemente ya no sólo quedaría su reputación profesional en entredicho sino que probablemente invalidaría el contrato de venta, amén de la que le caería por parte de la esposa, razones por las cuales decidió acabar con su vida de un disparo. Corría el año 1.896.

¡Pobre si levantara la cabeza! Pocos años después, aún con los pies al revés, el Ayuntamiento compró el Cristo a la familia, siendo colocado en el cementerio.

Antonio Susillo, escultor sevillano artífice del Cristo de las Mieles

Imagen de elcorreoweb.es

Durante mucho tiempo circuló la errónea creencia de que se había ahorcado pero, para el caso, el resultado lo mismo da, que da lo mismo.

La otra versión acaba igual de trágicamente, el encuentro del cadáver sí que está documentado. Sin embargo si el Cristo era anterior, de 1880 como afirman otras fuentes, debemos dar crédito a quienes opinan que el suicidio se debió más bien a su continua melancolía desde que su primera esposa murió tan solo año y medio después de la boda, y a la presión de su segunda esposa por parecerle insuficiente el nivel económico y social que le proporcionaba.

¿Sabes que Antonio Susillo está enterrado a los pies de su Cristo?

Claro que lo sabes, ya lo dije en la introducción. Ahora bien, os preguntaréis si no es un error porque es bien conocido por todos que antiguamente no se podía enterrar en tierra sagrada a los suicidas.

Así es, Susillo no podía descansar en el cementerio. Pero alguien de su importancia tampoco podía ser arrinconado en cualquier lugar así que por influencias, se falsificó la causa de la muerte.

Unos dicen que figura como transtorno mental transitorio y otros como un derrame cerebral o similar. Desde luego, de todas todas, el cerebro tuvo mucho que ver.

Sin embargo no a todos entusiasmó la idea y aunque el pueblo reclamaba un monumento para alguien de tal talla, no fue hasta 1940, o sea, cuarenta y cuatro años después de su fallecimiento, cuando las autoridades accedieron a que Susillo descansara eternamente bajo la escultura, en el montículo de piedras que emula al Gólgota.

Enterramiento de Susillo bajo Cristo de las Mieles, cementerio de Sevilla

Después de una vida tan deslumbrante artísticamente, de una muerte tan trágica e inesperada, ya que sólo tenía 41 años de edad y estaba en la cima de la notoriedad, de tantos años de trifulcas entre familiares, amigos y detractores por el destino de sus restos… no digáis que no es una historia de las de contar.

Estas son las pequeñas o grandes curiosidades que… «dan vida a los camposantos».

Para otra ocasión, más.

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