Un gran legado romano, edificios modernitas, un antiguo refugio antiaéreo y museos relacionados con la mar, hacen de Cartagena un muy atrayente destino.
“… Poco a poco llegué al puerto al que los de Cartago dieron nombre …”.
Así es, llegué, aunque no, ésas no son palabras mías sino del inmortal Cervantes. Hace poco acompañábamos a tan ilustre personaje por su Alcalá de Henares natal.
Hoy pisaremos sus huellas por unas calles llenas de historia y de luz. Aquellas en las que el cartaginés Asdrúbal el Bello fundó la ciudad de Qart Hadasht en el año 227 a.C.
Aquellas por las que pasaron diversas culturas, alcanzando su máximo esplendor en la época romana, bajo el nombre de Carthago Nova.
Hoy todos la conocemos como Cartagena.

Mosaico en Cartagena con un párrafo de la obra «Viaje del Parnaso», donde Cervantes cita su paso por la ciudad
Arribamos al mismo puerto que nuestros antecesores, dispuestos a pasear por ella porque en verdad que la ciudad se presta: clima y monumentalidad se alían obligando a locales y visitantes a llenar sus calles.
LOS EDIFICIOS MODERNISTAS
El Palacio Consistorial o, lo que es lo mismo, el Ayuntamiento, muy cerquita del puerto, nos da la bienvenida.
Si su fachada de mármol blanco pretende impactar a los forasteros, lo consigue con creces. ¡Imponente!
Es el comienzo de toda una serie de edificios modernistas que hacen de Cartagena una de las ciudades españolas con mejores ejemplos de este movimiento artístico de comienzos del siglo XX.
Y si no, fijaros en la fachada de la Casa Cervantes, que no, no tiene nada que ver con el escritor, simplemente coincide el apellido con el que fuera dueño de la finca.
LA IMPRONTA ROMANA
Si significativas son estas muestras, no lo son menos las improntas romanas.
El escritor Santiago Posteguillo ha puesto muy de moda en los últimos tiempos a Escipión el Africano y Augusto. Ambos jugaron un importante papel en Cartagena, el uno como general romano conquistador de la ciudad y el otro como emperador que mandó construir su foro y teatro.
Hoy continuarían orgullosos. Los restos arqueológicos de su ciudad aún relucen.
EL TEATRO ROMANO Y SU MUSEO
Nada menos que siete mil espectadores tenían cabida en el impresionante teatro romano de Cartago Nova, el cuarto mayor de la Hispania romana. Me extrañó no recordarlo de mi anterior visita a la ciudad, a comienzos de los ochenta, y es que quedó sepultado durante siglos y no fue hasta 1988 cuando fue descubierto casualmente.
Lo puedes contemplar desde las calles adyacentes pero si eres de los que gustan “pisar”, no lo dudes, entra en él, merece la pena. De paso podrás documentarte un poquito porque el acceso es a través del Museo del propio teatro. Por cierto, curioso acceso, la entrada de un palacio, el de Riquelme. He aquí su fachada.
Los dos edificios que componen el museo están unidos interiormente y, por un interesante túnel subterráneo en el que se vislumbran restos de otras culturas, finalmente desembocamos al Teatro, como suele ocurrir, aún más impactante desde dentro.
En la parte superior del graderío podemos apreciar algo atípico para un teatro y es que, sobre sus ruínas hoy restauradas fue construída en el siglo XIII la Catedral de Santa María la Vieja, destruida a su vez durante la Guerra Civil del pasado siglo.
Como curiosidad, os muestro una prueba de lo que se cree un invento nuevo, pero que se ha hecho en todas partes y toda la vida de Dios, el reciclaje, y si no, fijaros en estos fragmentos de columnas del teatro reutilizados en la cimentación de la Catedral.
EL BARRIO DEL FORO ROMANO
Imbuidos por completo en la antigua Roma, nos dirigimos al Barrio del Foro. Allí nos espera el decumano, una de las calles principales de la ciudad romana, que comunicaba el meollo urbano con el floreciente puerto. En sus piedras aún pervive el surco provocado por el paso de los carros.
Descubrimos también los basamentos de varias edificaciones, entre ellas un conjunto termal con palestra incluída. ¡Realmente nos sentimos partícipes, nos adentramos en la ciudad!
Los restauradores han sabido dar al conjunto ese punto exacto en el que aún con unas pocas piedras contemplamos claramente la totalidad. Y no es sólo mi opinión, por algo han sido acreedores en el año 2013 del premio a la mejor restauración de bienes culturales.
EL ASCENSOR PANORÁMICO
Avanzamos ya en el tiempo dirigiéndonos hacia el ascensor panorámico. Ascender cuarenta y cinco metros en una cabina de cristal y atravesar después un largo puente sobre el vacío, pone un poco de los nervios a los que sufrimos de vértigo, pero merece la pena hacer un esfuerzo.
EL ANFITEATRO
Una vez arriba podemos contemplar el Anfiteatro, de momento en proceso de restauración. Es curioso. Sobre sus ruínas, en 1854 se construyó una plaza de toros. Al ser ésta más pequeña, podemos contemplar ambas edificaciones al mismo tiempo.
CASTILLO DE LA CONCEPCIÓN
Accedemos desde allí al Parque Torres, que los cartageneros gustan de llamar “parque de los patos”, aunque quien nos saludó no fue uno de esos ánades sino un espléndido pavo real.
En él que se encuentra el Castillo de la Concepción. Sólo queda en pie la Torre del Homenaje, hoy Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena. Pequeño pero con algunos documentos interesantes, como esta «Carta de la Ciudad de Cartagena a la Muy alta, Muy poderosa, Cristianísima reina y Señora» fechada en 1503.
Y en su exterior una vez más disfrutamos las espléndidas vistas, tanto del puerto como de los dos teatros, el romano y el moderno, diseñado a su imagen y semejanza.
EL REFUGIO DE LA GUERRA CIVIL
Nuevamente en el ascensor, ahora descendiendo, nos detenemos en el piso uno. Allí se encuentra la entrada al Refugio antiaéreo de la Guerra Civil, hoy museo.
Excavado en el monte, no deja de impresionar. Aun inconcluso, tiene una capacidad para más de 5.000 personas.
Una de los carteles que más llama mi atención es el recorte de dos periódicos de bandos opuestos. Casi parece imposible que se trate de la misma noticia ¡En fin!
SUBMARINO DE ISAAC PERAL y MUSEOS
Preferimos no entrar en el asunto y tomar un tentempié en una de las numerosas terrazas. Buena gastronomía y centenarios árboles nos oxigenan.
Pasamos por delante del submarino de Isaac Peral. No lo podamos contemplar demasiado bien, sólo a través de una cristalera. Recuerdo que antes estaba en plena calle pero ha sido trasladado a un Arsenal. Tal vez gracias a ello es por lo que aún sobrevive.
El gentío en la calle hace que no nos percatemos de la hora tardía. Decidimos ampliar nuestra estancia en la ciudad. ¡Nos falta tanto por ver!
Quién se puede resistir a tomar un barco para visitar alguna fortificación de las que avistamos desde la costa o quién estando en Cartagena no dedica un tiempo a su museo naval.
Por ende, tanto yo, restauradora, como los simples curiosos ¡cómo no disfrutar a tope con el museo de Arqueología Subacuática! En él se explican en detalle y de forma muy amena cómo son recuperados del fondo del mar barcos y tesoros y cuál es su posterior proceso de conservación. Recomendable cien por cien.

Monedas recuperadas del fondo marino
LA DESPEDIDA
De todos los edificios en este post mencionados iré dando cuenta por separado poquito a poco. Por hoy nos retiramos a descansar, despidiéndonos por el camino de esos marineros que durante años han pululado por estas calles marineras.
Despidiéndonos también por esta jornada de nuestro cicerone, Juanjo, Juanjo Téllez, grande en muchos sentidos, aunque cariñosamente, para sus íntimos, «el Enano». Uno de esos amigos de toda la vida que, aún con sangre baturra ha sabido amar esta tierra cartagenera.
Nuestra estancia en la ciudad está siendo intensa, no sólo por lo que vamos visitando. Ninguna de las partes lo ha mencionado pero para los tres, latente es el temor de ser la última vez que disfrutemos juntos. De tu cariño, de tus historias… Lo que no hicieres tú, amigo mío, no es capaz de hacerlo nadie.
Me despido de ti hoy, una última vez, agradeciéndote haber formado parte de nuestra vida, aún en la distancia, durante años y más años.
Ni imagino la que estarás organizando allá donde te encuentres en este momento. Una nueva aventura que seguro nos contarás algún otro día, cuando llegue el momento de un nuevo y distinto, muy distinto reencuentro.
26 mayo, 2020 a las 8:38 pm
Muy buena guía de Cartagena y un gran homenaje para tu amigo
28 mayo, 2020 a las 1:04 am
Muchas gracias Carlos. Qué difícil es desprenderse de los buenos amigos