Por unas horas me meto en la piel de aquella niña que fui. Comparo las épocas y los dos países entre los que voy a caballo, España e Indonesia.

Queridos Reyes Magos:

Seguramente me habéis echado de menos. No os escribo una carta desde hace muuucho tiempo, desde que tenía ocho años y mi adulta vecina me dijo que ni los niños venían de París ni los Reyes Magos de Oriente.

¿Por qué me dijo aqueeeello? Tal vez yo se lo pregunté, no recuerdo, pero una mentira piadosa a los ocho años no creo que hiciera mucho mal. Fue duro asimilar que todos me habían estado engañando pero, lo verdaderamente traumático fue el derrumbe de la ilusión más grande del mundo ¿Qué pasaría a partir de entonces cada 5 de Enero?

¿Quieres ser mayor? Pues vale, realmente ya es hora de que lo sepas, eso creo que me dijo. Quería mucho a mi vecina, pero eso… eso, todavía lo tengo clavado.

Uno de los Reyes Magos, Baltasar, en cabalgata de barrio sevillano

Pues no, ahora ya no quiero ser mayor, ahora entiendo que para eso hay demasiado tiempo, así que hoy me voy a resarcir.

Tengo que poneros al día.  ¿Sabéis, Melchor, Gaspar y Baltasar? Ya no vivo en mi barrio de Sevilla. He vivido en muchas ciudades, de lo cual me alegro mucho porque ya sabéis que lo que más ilusión me hacía en la vida era viajar, y hablar con la gente, y conocer sus costumbres… pero eso en aquella época era sólo era para ricos.

Ni aunque os lo hubiese pedido a vosotros hubiera sido posible porque ¡a ver quién tenía entonces camellos como vosotros o Seiscientos como el señor de la esquina!

Seat 600, vehículo que pedíamos a los Reyes Magos en los 60

Imagen de auto10.com

Echo mucho de menos mi barrio y mi ciudad y mis gentes, así que cuando empieza a faltarme un poco de aire, allá que me voy, a caminar por todas partes. Me paro un rato ante las que fueron mis ventanas y las de mi colegio y los balcones de mis amigas. Aunque confieso que esto en vez de darme aire, me lo quita aún más.

Me viene el gusto de los altramuces y las chufas que vendían a las puertas del cine de verano. Inhalo el incienso y el azahar al pasar por San Gonzalo y el Barrio León, y se me hace la boca agua imaginando el intenso aroma del almacén de aceitunas que los nuevos vecinos ni saben que existió. ¡Qué harán ellos aquí, eso ni es ser del barrio ni ná!

Iglesia de San Gonzalo en barriada de Sevilla

Imagen de Sevilla.abc.es

No creáis que me olvidé de vosotros. Cada año, muy mal me tiene que venir para no acercarme al Caballo y luego a la Plaza de Cuba para ver vuestra llegada. Eso es sagrado. Pero claro, con tanta gente no me veréis, además me paso casi todo el tiempo agachada, cogiendo los caramelos del suelo, que no hay manera de que aprenda a pillarlos al vuelo.

Luego no los como, ya sabéis que soy más de tortilla de patatas que de dulces, pero no me puedo resistir a cogerlos, contarlos y pesarlos. Entre los cuatro de casa, unos 800 caramelos reunimos la última vez y eso que a mitad paramos porque ya las piernas nos flojeaban de tanto sube y baja.

Caramelos en el suelo en la cabalgata de los Reyes Magos

Imagen de desmotivaciones.es

No ha habido oportunidad para contaros que encontré a un príncipe, no como el de los cuentos, qué va, la sangre no es azul, pero sí que es de carne y hueso y, como ya no podía pediros muñecas como todos los años, él me regaló dos, una rubia y una morena.

No es por menospreciar las vuestras, porque mira que eran bonitas, que las tenía todas encima de mi armario por orden de altura y me dormía cada noche contemplándolas… pero éstas son más que bonitas, de las que nunca me quisisteis traer, de las que andan, y hablan, y ríen, y dan besitos… hasta comen.

Niñas riendo,

Ahora, ahora vivo muy lejos, mucho más que Barcelona, donde por entonces vivía alguien de cada familia, y mira que estaba lejos, que tardaban casi dos días en llegar. Más lejos incluso que América, donde vivía mi tita y cuyas historias del país yo escuchaba con la boca abierta.

Igual es verdad eso de que si deseas algo con mucha fuerza se cumple. Yo deseé tanto, tanto, tanto vivir todo aquello, que se hizo realidad. Tres años enteros estuve.

Con el corazón al galope visité algunos de los lugares con los que siempre soñaba al ojear aquel libro de mi casa “Las Maravillas del Mundo”. Pero nada comparable a llegar a Disneylandia y vislumbrar a lo lejos el palacio de Cenicienta y a mi Goofy y a mi Pato Donald. Uf, cómo lloré… hum, no sé si llorar otra vez.

Viaje a Disneyland, regalo de Reyes Magos que piden ahora los niños

Este país de ahora se llama Indonesia, y tuve que pasar muchas hojas del Atlas hasta encontrarlo. No lo veía, y no me extraña, porque en el dibujo sólo aparecían muchas manchitas negras que, aunque ahora sé que eran islas pequeñitas, yo creía que era tinta china que se les había caído a mis hermanos. Porque sí, antes que yo lo usaron ellos cinco, como es natural.

Ahora no se hace eso de usar lo de los hermanos y viene muy mal que sean libros nuevos cada vez, porque no sabes la de trabajo que te ahorras con los ríos y montañas ya subrayados por ellos. Todavía conservo ese Atlas, cuando paso la mano por encima es como si rozara la de todos  y eso ya, aunque quisiera, es algo que no podré hacer.

atlas geográfico universal antiguo

Aquí en Indonesia hace mucho calor pero la gente va muy tapada, hasta se bañan vestidos, y dicen que no saben por qué a los extranjeros les gusta tanto la playa. Debe ser que están aburridos de verla, claro, para eso son islas, ¡y pensar que en mi barrio casi nadie sabía cómo era una playa! Menos mal que ahora sí.

Hacen cosas raras, vamos, no raras, pero que a mí y a todos mis amigos, uy, perdón, el burro delante pa que no se espante, bueno, que nos reñían cuando las hacíamos: ir descalzos, dormir en el suelo, comer con las manos… Sin embargo nadie se enfada con ellos y por eso será que siempre están todos sonriendo.

madre e hijo bañándose en playa indonesia, no saben quienes son los Reyes Magos

Imagino que los camellos no saben nadar muy bien y claro, con tanta agua de por medio, se ve que hasta aquí no podéis llegar. Será por eso que no os conocen. Es una pena, porque seguro que les gustaría que les trajeseis juguetes… y ropa y medicinas y libros… Aquí hay, pero no todos pueden comprarlo.

Tampoco es que escriban mucho a Papá Noel. A lo mejor es porque no necesitan juguetes, porque he visto que hacen unas pelotas con trapos y se lo pasan pipa todo el día marcando goles. Porque ¡mira que les gusta el fútbol!

telas de tienda indonesia

Tienda de telas. En primer término, un enorme rollo con el escudo del Barcelona

Todos me preguntan por un tal Torres y Casillas y no sé quién más, me suenan mucho pero no tengo muy claro quiénes son, debe ser que no vinieron nunca a casa a darle trabajo a mi padre, a esos les recuerdo bien, casi hacíamos fiesta cuando aparecían.

O a lo mejor es que no tienen tiempo de escribir, porque muchos días los veo plantando arroz o ayudando a sus padres en cualquier otro quehacer: arreglando ruedas, lavando, vendiendo cosas, cocinando…

Qué guay, a nosotros casi no nos dejaban, decían que les estorbábamos y que nos fuésemos a estudiar, a jugar con los amigos o a ver la tele. Pero mira qué curioso, ahora que vamos creciendo es un poco al revés, se quejan de que no fregamos ni hacemos ná de ná. ¡A los mayores no hay quien les entienda!

niña jugando magdabatik

No sé para qué nos daban tantas opciones. Siempre escogíamos la segunda, jugar con los amigos. ¡Qué bien lo pasábamos todas las amigas juntas jugando a la comba, al teje, a la rueda, al escondite…

Ahora ya eso no se lleva, para eso está la play y el móvil pero yo creo que esos juegos no son tan divertidos como las cocinitas o los scalextric porque nadie te dice que vayas a su casa para enseñártelos y jugar juntos.

Aquí, igual que allí en España, hay algunos niños que juegan con las maquinitas, pero eso hay que hacerlo solos. Debe ser por eso que no se ríen tanto como los de la pelota de trapo, o los que buscan ranas o persiguen a las gallinas.

niña indonesia jugando a pintar las uñas de una gallina

Niño indonesio pintando las uñas de unas patas de gallina. Le auguro un buen futuro

Estamos aquí contentos, todo el mundo es muy amable y nos ayuda mucho, pero en estas fechas navideñas hace calor, no hay luces en la calle y nadie canta villancicos… no pega.

No pudimos traer las muñecas porque eran tan grandes que no cabían ya en la maleta. Y sin villancicos, sin muñecas y sin bufanda no es lo mismo.

Bueno, al menos os puedo mandar esta carta.

Veo que aquí cada día la gente se parece un poquito más a la de allá, y allá cada día están más serios y más enfadados. No sé por qué, a lo mejor porque no le traéis todo lo que piden, el móvil de última generación, la camiseta de Tommy Hilfiger, el patinete eléctrico… o porque como me dice mamá cuando incordio, porque nunca se está tanquilo, siempre hay quienes ni comen ni dejan comer. Y yo no quiero que eso siga pasando, ni aquí ni allí.

Así que lo que os quiero pedir este año, ya que ahora no hay CinExin, son unas gafas de esas de 3D que molan tanto, para que mis amigos y yo podamos ver mucho mejor todo lo bonito que hay en derredor.

puesta de sol en Indonesia

Y, una cosa…  ¿sabéis si esas gafas también sirven para  ver por detrás? Sería genial, así vería también a los que vienen por la espalda, que a mí esas bromas no me gustan, dan sustos y luego no te dejan dormir.

Ah, y no hace falta que este año me traigáis calcetines, todavía me quedan de los que me traíais todos los años.

Y para toda esta gente con la que ahora vivo, ya que sois magos, os pido una magia: que no les haga nunca nadie perder su sonrisa, sólo eso.

mujeres indonesias sonriendo

En fin, queridos Reyes Magos, me alegro de haber podido escribiros después de tanto tiempo. No sé si tendré oportunidad de hacerlo alguna vez más porque ya está amaneciendo, es casi la hora de despertar y esto de elegir con lo que se desea soñar no es algo que se pueda hacer siempre que se quiera.

En casa ya sabéis que siempre, siempre, habrá un vasito de leche para cada uno de vosotros y unos kikis para los camellos. ¡Ay, que ahora ya no hay kikis, que ahora el azúcar viene en paquetitos! ¡No tiene gracia eso de no poder romper los terrones!

Dejando leche a los Reyes Magos

Un beso muy, muy fuerte de esta que lo es, Magda Batik.

Postdata:

Muchas gracias por no haberme olvidado durante todos estos años a pesar de no haberos escrito. Puntualmente he recibido vuestros regalos, justo los que siempre deseé, libros interactivos con muuuchas aventuras en lugares inimaginables y con muuuchos personajes:  reyes, magos, hadas madrinas, héroes, sabios, trovadores…

Todos con un eje común, el poder de convertirse, tras una ráfaga de aire, en malabaristas y gladiadores de un circo, el Gran Circo de la Vida.

Cada personaje aparece por ahí, entre las páginas, cuando menos me lo espero y me zarandea cuando empiezo a dormitar. O me hace soñar, o llorar de emoción, o pensar, o reír…

Sin ellos, las historias, mi historia, no hubiera sido la misma.

grupo de amigos

 

 

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