Se decía del templo de Angkor Wat que algo tan inmenso no podía haber sido creado más que por los dioses. Nueve siglos después de su construcción, sigue siendo el recinto sagrado más grande del mundo.
Visitamos el complejo de templos de Angkor, Patrimonio de la Humanidad.
¿Por dónde comenzar a hablar sobre Angkor? Se me agolpan tantas imágenes, se atropellan tantas palabras que, en un primer momento sólo consigue salir una: “Fascinante”.
Desde el mismo momento en que pusimos pie en tierra en el aeropuerto de Siem Reap supimos que sería un viaje distinto, difícil de olvidar.
LA LLEGADA A SIEM REAP
El hotel quedó en recogernos en el aeropuerto y cuál no sería nuestra sorpresa cuando, en lugar de automóvil, apareció uno de los típicos vehículos de la zona, un tuk tuk.
Debía ser lo habitual, por tipismo o por economía, o por ambas cosas a la vez, porque todos los turistas, independientemente del hotel de cada uno, íbamos siendo recogidos en ellos. Afortunadamente no llevábamos mucho equipaje porque si no lo hubiésemos tenido crudo para caber.
Tras soltar los bártulos, nos pusimos en marcha. Para no perder mucho tiempo, decidimos contratar al mismo señor que nos recogió en el aeropuerto. Sin hablar inglés ni español parecían algo elevados los 25 dólares que nos pedía por día, pero en zonas turísticas es lo que hay.
Patrimonio de la Humanidad
El conjunto de los templos de Angkor fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1992.
Con toda la razón del mundo, porque aquello es una maravilla tanto para arquitectos como para historiadores, historiadores del arte, arqueólogos, restauradores, fotógrafos, viajeros…, amén de fuente de inspiración para artistas, escritores o cineastas, y de infundir sosiego a los que gustan de los estados contemplativos (además de agujetas a todo el resto).
Para acceder a la zona turística se ha de sacar un tiket, además es personal e intransferible, te hacen hasta fotografía para que no puedas hacer trampa. ¿Su coste? Nada menos que 20 dólares por día y persona. Carillo, pero los doy por bien pagados puesto que visto lo visto, los trabajos de restauración y mantenimiento han de ser considerables.
Pero, aunque suponga una gran fuente de ingresos, en algún momento tendrán que poner unas reglas para la entrada de turistas ya que, tanto por la cantidad de gente como porque cada uno va por donde quiere, al final los daños serán irreparables.
EL CONJUNTO DE ANGKOR
La zona de Angkor, con una extensión de unos 200 km2 tuvo su esplendor como centro político y religioso entre los siglos IX y XV. Después fue abandonada, la selva la cubrió, y no fue hasta finales del siglo XIX cuando un naturalista francés la descubrió accidentalmente, aunque hay quien dice que existe documentación anterior a la suya.
De cualquier manera, lo cierto es que fue entonces cuando saltó a la fama y Francia, que ejercía un protectorado sobre Camboya se puso manos a la obra para sacar nuevamente a la superficie los numerosos templos.
El único que permaneció sin cubrir por la vegetación y que continuó ocupado aunque sólo con unos pocos monjes, y no con las 20.000 personas que se cree habitaban cuando se construyó en el siglo XII, fue Angkor Wat, el más famoso, entre otras cosas por su gran tamaño, así que, como no podía ser de otra manera, comenzamos por allí nuestra visita.
EL TEMPLO ANGKOR WAT
En la explanada delantera hay numerosos tenderetes ofreciendo pareos porque supuestamente no se puede entrar sin cubrir piernas y hombros. La verdad es que sólo es necesario en el último nivel del templo y además te lo prestan una vez allí. Pero como no lo sabes, te cogen de pardilla.
De lo que sí debes aprovisionarte es de agua porque no tendrás muchas oportunidades una vez dentro y ya sólo cruzar el puente de acceso, nada menos que 250 m. de largo, a pleno sol y con la humedad ambiente, parece que estuviera hecho para empezar a cumplir penitencias.
Aunque realmente los templos jemeres (dinastía reinante en la época) y el de Wat en particular, comenzaron siendo hinduistas y no estaban concebidos para la oración de los súbditos sino como residencia del rey y los altos sacerdotes.

Cuando digo a pleno sol, quiere decir, como veis, a pleno sol

A mitad de puente este único «bar»: agua de coco servida del tronco de bambú
Sin embargo, años después, a finales del mismo siglo, un nuevo rey, Jayavarman VII para más señas, se convirtió al budismo, religión más cercana al pueblo, para la que todos los hombres son iguales, lo que hizo que el templo fuera readaptado para las nuevas creencias y por ende, para el uso de la colectividad.
Además, se llevó la capital a la vecina zona de Angkor Thom, transfiriendo el protagonismo regio al templo de Bayon. Lugares a los que, por alucinantes, dediqué también su propio post. Haz click justo aquí si quieres transportarte rápidamente a ellos.

Una de las deidades a quien actualmente se rinde culto en el templo
Pues bien, como templo hinduista, Angkor Wat fue dedicado inicialmente al dios Vishnú y parece ser que el conjunto simboliza al monte sagrado Meru. Por ello y, al mismo tiempo, por alojar el palacio real, su aspecto, en la distancia, es grandioso, espectacular.
Imaginad tan sólo el perímetro de la muralla, 5 km y medio. O la superficie interior, 200 hectáreas. O el foso perimetral, 200 metros de anchura. O los 65 m. de altura…. Grandioso, espectacular.

Imagen del templo y foso tomada desde un ultraligero. Os lo cuento en el siguiente post
Detrás del recinto exterior hay tres niveles concéntricos, escalonados. Cada uno posee un prasat central, o lo que es lo mismo, una torre piramidal, rodeada de varios patios en cuyas esquinas se erigen otros prasats más pequeños.
A veces, las pétreas escaleras de acceso a las torres dan miedo por lo estrechas y empinadas. A algunas, en parte por el deterioro, en parte porque han debido causar algún disgusto ya, les han superpuesto otras de madera, que no es que sean menos empinadas, pero al menos más seguras y con pasamanos.

Empinadas no, lo siguiente.

Y desde arriba, un vértigo que no veas, nunca mejor dicho

Así bajábamos todos, de ladito y bien agarrados, hasta los monjes, que ya debieran estar acostumbrados
Igual de impactantes son las larguísimas galerías que unen los cinco templetes. A mí me fascinaron. Cuán tenebrosas no debían parecer en las noches.
Eso sí, en el avance por ellas, terminas hasta el gorro de subir y bajar las enormes piedras de acceso a cada tramo. Agujetas, todas las que quieras y más.

En las galerías de la zona superior, gracias a que estaban más deterioradas, pusieron la ayudita de las maderas.
A los dos niveles superiores tenían acceso sólo el rey y los sumos sacerdotes y aunque hoy ya se permite el paso a cualquier visitante y está más deteriorada que el resto, siguen considerándola sagrada, de ahí que exijan cubrirse.
Actualmente casi toda la piedra que compone el conjunto está ennegrecida y con musgo pero, lejos de parecer abandonada, le confiere un aire aún más místico y misterioso.

Enorme galería con gigantescos ventanales.

Se imitan rejas de madera torneada, pero en realidad es todo piedra
La decoración tallada en la piedra es tan profusa y espléndida que todo lo demás casi hasta podría sobrar. No sé si habrá algún trozo de pared libre.
Llama la atención la cantidad de figuras femeninas esculpidas, unas denominadas nevatas, diosas, y otras apsaras, bailarinas. Unas 1500 y 2000 respectivamente, que ya tuvo ganas el que las contó.

Aquí, comparando con el señor, podemos ver bien el tamaño de algunos bajorrelieves
Y qué decir del corredor de la entrada al templo, con sus magníficas tallas de dos metros de altura ¡Fantásticas! Los bajorrelieves que, en su mayoría narran historias del Ramayana y el Mahabharata, ocupan nada menos que unos mil doscientos metros cuadrados.
Cómo no, las contemplamos de nuevo al salir y suspiramos admirativamente, con fuerza. Este es sólo un detalle del muro de la siguiente imagen. ¡Qué poderío!

Todo el largo está igual de profusamente tallado
Una de las cosas que suelen recomendar para después es la contemplación de la puesta de sol desde el exterior, con el telón de fondo de Angkor Wat. He visto fotografías magníficas de las puestas, aunque no sé hasta qué punto no habrán sido retocadas con el Photoshop.
A mí, sinceramente, a no ser que sea con fines específicos como por ejemplo la publicidad, no me parece muy bien eso de manipular tanto las imágenes. Pero no, el fuerte contraste cromático de los atardeceres en la zona se ve plasmado en demasiados lienzos de venta por los alrededores como para no ser reales.
Aún siendo un plan sugerente, hoy fue un día muy intenso, así que decidimos omitir la puesta de sol y marchar al hotel a recuperar fuerzas para mañana.
Como rezan unas antiguas sevillanas, “cansaos pero contentos, en los ojos lo he notao”… Y yo añado, «en los ojos y en los pies hinchaos». Mira, encima hasta me rima.
Para que disfrutéis un poco más el templo sin cansaros tanto, os dejo unas cuantas imágenes más, pero no os perdáis los templos de los próximos posts. No os defraudarán.
¿TE QUEDASTE CON GANAS DE MÁS? Te dejo estos otros enlaces:
- La alucinante Angkor Thom y el templo Bayon
- Los templos más mágicos de Angkor
- Angkor a vista de pájaro, sobrevolarlo en ultraligero
- El atípico trato del hotel Dream Mango Villa, Camboya
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