¿Cómo combatimos los expatriados la nostalgia navideña? Aún en España, hoy me siento de nuevo una expat, analicemos por qué.
Estamos de nuevo en Navidad. Tiempo de villancicos, de adornos, de comilonas, de regalos, de buenos deseos y también hay que decirlo, de tensiones.
¿Qué les compro? ¿De dónde voy a sacar tiempo para todo? ¿Qué me pongo? ¿Qué cocino? ¿Cómo me divido si la familia vive en distintas ciudades? etc. etc. etc.
También es tiempo de nostalgia por todo lo que va quedando atrás, por la niñez perdida, por la juventud ajada, por los que no pudieron venir este año y por los que no volverán nunca más, a los que hoy, por encima de todos, quiero dedicar este post.

¿Me reconocéis?
LA NAVIDAD DE UN EXPATRIADO
En los expatriados esa nostalgia se acrecienta, sobre todo si estás solo, sin tu familia más cercana, tu pareja, tus hijos o tus padres.
Vivir una temporada en un país de distinta cultura y costumbres es una experiencia sin igual pero cuando llegan las fechas más importantes… ay, eso ya es harina de otro costal, por mucho que estés disfrutando o por mucho que te paguen.
Hay a quien la Navidad no le gusta en absoluto, por el motivo que sea, y elige estas fechas para marcharse, cuanto más lejos mejor. Apuesto a que por mucho que un expatriado diga que no le gusta la Navidad, no deja de sentir un cierto gusanillo y acaba reuniéndose con compatriotas o con amigos locales.
Tal vez no haya pavo, ni uvas, ni campanadas, pero algo que te una a los tuyos encontrarás.
De los cinco años en Indonesia, tres nos ha tocado vivir allá la Navidad. A algunos puede parecer envidiable pero que no, que no, que cantar villancicos en la playa a treinta y cinco grados de temperatura se hace raro, que no pega, que no. Y gracias a que allí no hay polvorones, que ya imaginaréis la bola que se puede hacer al tragar, sobre todo a falta de mistela.
Aunque siempre hay remedios. Es cierta aquella publicidad de hace unos años, nuestra San Miguel nos acompaña por todo el mundo. Como prueba, fijaros en este árbol de Navidad en la playa de Bali, levantado a base de latas de cerveza y hasta con certificado Guinness por su tamaño.
AÑORANZA DE LA NAVIDAD EN INDONESIA
Parece que me gustase enredar pero este año que estoy en casa, en España, añoro un mucho Indonesia. En primer lugar por lo tranquila que fue nuestra vida allá. Y es que, cuando no dominas el otro idioma, de verdad que te ahorras muchos sofocones, sobre todo a la hora de las Noticias.
También la añoramos por todas las vivencias rocambolescas atesoradas, por todo lo que descubrimos y aprendimos y, en lo que respecta a estas fechas, por esa ilusión extra que no tenías desde que eras niño y que emerge con fuerza en un empeño por percibir lo menos posible que no has vuelto a casa por Navidad.
Decoras la casa tímidamente, con lo poco que encuentras en un país donde esta festividad no tiene demasiada relevancia, tratando de echarle un pequeño extra de imaginación porque de alguna manera quiero hacer partícipes a aquellos amigos locales que tanto me están ayudando y aportando.
El resultado es este árbol de Navidad confeccionado con una tela de batik. De esta manera quise aunar las dos culturas, incluso alguna que otra más, porque eso del árbol y el gorrito de Papá Noel lo tenemos muy asumido pero muy nuestro, muy nuestro, tampoco es que sea.
Compras algunos regalos para tus amigos aunque no compartan el mismo credo, a fin de cuentas en estos momentos ellos son tus seres queridos más cercanos.
Te reúnes con los compañeros los tres días más claves, te vistes de medio bonito aunque no salgas de casa, te levantas a las cuatro de la madrugada para hacer video llamada con los tuyos a su hora de cenar…
Luego, claro, vienen los selfies online, o sea, las capturas de pantalla, ellos salen divinos y tú con ojeras y pijama, con el pelo alborotado pero sin las medias de cristal. Aunque bueno, mientras no salgan luego en las redes…
Fíjate que hasta te has llevado para allá el disfraz de Papá Noel, que ya hay que tener ganas de sudar. Todo sea por una buena causa porque no, no era para hacer el tonto sin más sino para llevar un poco de ilusión a un asilo-orfanato, una de las experiencias a un tiempo más duras y emotivas que cinco años allá nos han deparado.
HOY ME SIENTO DE NUEVO EXPAT
Estoy actualmente en España, sí, pero en los últimos meses tengo la sensación de ser de nuevo una expatriada, de que todos a mi alrededor son expatriados. ¿Por qué?
Porque los pocos kilómetros que nos separan de nuestros familiares y amigos nos resultan casi infranqueables, porque no podemos movernos libremente para ver a los nuestros, porque nos tenemos que comunicar por teléfono o videollamadas, porque nuestras reuniones son a cuentagotas, porque no nos podemos dar achuchones mas que virtualmente…
Es fuerza mayor, ya me puedo poner como me ponga, así que me siento algo nostálgica del pasado y vuelvo a repasar mis múltiples notas y fotografías sobre esos años vividos como expat en Indonesia.
Sobre cada excursión, celebración, experiencia… releo algunos artículos que me recuerdan divertidas y no tan divertidas vivencias… y me descubro sonriendo, a veces enarcando las cejas como diciendo, uf, de esto ya no me acordaba, uf, si me dicen que voy a pasar por esto otro digo que ni loca, uf….
Como ejemplo, descubrir la ancestral cultura funeraria de la zona de Toraja en el centro de la isla donde vivía, Sulawesi.
CENA DE NOCHEBUENA CON COMPAÑEROS
En uno de esos uf y para contrarrestar la imagen anterior, me aparece el borrador de una minuta, la de una cena de Nochebuena disfrutada en Indonesia. Fue una noche especial porque los acontecimientos apuntaban con bastante probabilidad a que sería la última que celebrásemos en el país.
Aunque, alegría y sentido del humor desde luego no le faltó a la ocasión. Pero esa es ya otra historia. ¿Te apetece compartir nuestro menú? Pues pincha justo aquí, te llevará directamente a «Mi última cena de Nochebuena en Indonesia».
¿Quieres leer más sobre la Navidad en Indonesia? Te dejo algunos enlaces más.
Deja una respuesta